sábado, 8 de septiembre de 2012

DEL LINAJE DE DAVID:





Del linaje de David, María nos viene hoy a decir a nosotros los cristianos que asumamos responsabilidades, que somos descendientes de un linaje divino, somos hijos de un Dios de amor y de misericordia y tenemos que actuar en consecuencia.
Ella la elegida se muestra en todo pobre y humilde y Cristo en su vida nos dice el Evangelio “no tiene ni donde reclinar la cabeza”
En esa vida apostólica cuando se encentra con un joven bueno, de esos que son cumplidores y cabales le pide que venda su hacienda y de lo que saque a los pobres, que viva su misma pobreza, pero esto era muy fuerte para el joven bueno, pues dice el Evangelio que era muy rico.
El que seamos de linaje divino nos obliga a andar por la vida, y así lo vemos en el Evangelio de este domingo, con dignidad, dándonos con generosidad y trabajando en la Iglesia del Señor con amor.
Nuestra peor desgracia sería en estos tiempos que vivimos que nos sorprenda el letargo anestesista del veneno de la apatía, la ceguera, el mutismo y tantos otros males que viven muchos cristiano y no nos dejemos encontrar con el Señor que también quiere pasar por nuestro camino para curar nuestras cegueras y soltar nuestras lenguas.
Tenemos la clave para una vida piadosa y sana en la lectura del Apóstol Santiago: Mostremos al mundo nuestra fe, en comunión con el Papa, con los Pastores, con toda la Iglesia, pero luchemos desde nuestra propia vida para mostrar al mundo que no cree un camino que lleva a Dios y que da paz al corazón.
Esto no será posible hasta que las obras de los cristianos sean coherentes con la fe que profesamos, hasta que seamos radicales en el cumplimiento del Evangelio, hasta que no desterremos de nuestro entorno ese cumplo y miento, que quizás en tiempos pasados podría hacerse creíble con el engaño de ir a misa o de dar una limosna, pero que ahora en este tiempo presente no pasa, ya no se engaña a nadie, o somos o no somos, pero para ser cristianos  mediocres mejor no ser nada.
La Misa, las limosnas, el amor fraterno tiene que ser una respuesta gozosa del amor que tenemos en nuestro corazón a nuestro Redentor, del amor que Dios nos ha dado y nosotros agrandamos en la vida cotidiana, de un amor sacrificado y donado como el amor de la Madre del cielo, de ese amor que en un mundo de oscuridades de vez en cuando se ve en noticias, en la tele, de gente buena que hace cosas por los demás, que no se queda en esta crisis contemplando su pena sino que saca fuerzas para que en medio de lo que tiene y padece ser consciente de que otros necesitan más porque tienen menos o porque sufren mas.
La fiesta de la Virgen de hoy y las lecturas del Domingo, día del Señor nos invita a la felicidad y a tener los ojos y los oídos bien activos.

Santa María madre de Dios y madre nuestra, Santa María, Virgen y madre del Rosario, ruega por nosotros.

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