miércoles, 30 de marzo de 2016

DOMINGO II DE PASCUA. CICLO C





¿PORQUE ME HAS VISTO HAS CREÍDO? ¡DICHOSOS LOS QUE CREAN SIN HAVER VISTO!

Muchas gracias hemos de dar al Señor, pues eterna es su misericordia. No cesa de obrar prodigios en medio de su pueblo. Antes de su muerte en la Cruz obró grandes prodigios para acercar el corazón de Dios al pobre, al enfermo, el poseído, al impedido, a la viuda y al huérfano. Ahora Él sigue obrando en si Iglesia, su amor, su compasión, su misericordia no se agotaron con su muerte, VIVE y su presencia, aunque de forma distinta, no deja indiferente a nadie, en los tiempos de los Apóstoles y en nuestro tiempo, sigue manifestándose y se seguirá manifestando a aquellos que tengan un corazón limpio, sencillo, compasivo, lleno de amor.

Al leer la segunda lectura del Libro del Apocalipsis viene a nuestra mente y a nuestro corazón esa desazón que siempre ha estado presente en la Iglesia, desde el principio, esa profunda tristeza por las persecuciones, por las atrocidades del hombre para con el hombre. Y echamos de menos a un Juan que escriba para mantener viva la memoria de lo que acontece, como ahora recordamos lo que aconteció en otro tiempo. Pero el enemigo, siempre astuto, se ha filtrado e invadido en el corazón de aquellos, que uno supone que por vocación, tenían que ser los portadores de la verdad en medio de la abundante cadena de comunicación como es en nuestros días el periodismo tanto escrito como hablado en radio y televisión, pero la pequeñez y miseria humana hace posible que se SILENCIE EN NUESTROS DÍAS a la cantidad de mártires del Señor que mueren en tantos lugares del mundo por el único hecho de ser CRISTIANOS, de amar con el corazón de Jesús, de hacerle presente, vivo y victorioso sobre la muerte y el pecado. Pero esto siempre ha molestado a los portavoces de la maldad y quieren taparlo como sea, curiosamente en España, con profundas raíces cristianas, en estos días no solamente se tapan asesinatos aislados, también atroces masacres como la sucedida hace solamente unos días en Lahore, Pakistán, donde un terrorista suicida, estudiante de una escuela coránica, perpetró esta masacre cuyas víctimas eran muchos niños y sus familias que celebraban la Pascua del Señor.

Pero el Evangelio de hoy viene a poner las cosas en su sitio, a darnos seguridad, darnos esperanza, el Señor VIVE y se hace presente en medio de nosotros, se nos manifiesta cuando estamos más encerrados, más cobardes, más aislados, y viene a darnos su PAZ, nos indica sus heridas para que creamos, ahora nosotros tenemos que estar atentos a las heridas de la gente que es perseguida, de los CRISTOS VIVOS de nuestro siglo XXI, de nuestros días y apoyarnos mutuamente, hacernos sentir, que nadie sufra en soledad, que nadie llore sin un hombro amigo cercano que de apoyo y consuelo, que Cristo nos trae la libertad, la paz, la alegría, el perdón y la gloria.

No esperemos como Felipe a creer por “haber visto” afirmemos nuestra fe por amor al Señor, por amor a la Iglesia, por amor a este mundo nuestro, por un amor desbordante a esta gente, nuestra gente, en medio de dificultades y graves problemas que siempre están necesitadas de una VOZ PROFÉTICA, como la del Mesías, que llene sus corazones vacíos y encuentren la fortaleza ellos mismos para ser anunciadores de lo que experimentan, no nos quedemos callados si nuestro mundo quiere enmudecer al anuncio de la Pascua, no cerremos nuestros labios por cobardía. Cristo ha resucitado, ALELUYA, ALELUYA. AMÉN.



1 comentario:

  1. No podemos celebrar la Pascua de año en año, la tenemos que celebrar todos los días porque Jesús ha resucitado y quiere estar con nosotros en nuestros quehaceres cotidianos. Por eso, una semana después de la resurrección, los discípulos estaban reunidos con María, su Madre, y, el Señor se apareció entre ellos. Así es como empezó la Pascua semanal, la celebración del Domingo como día del Señor.

    Tomás no estaba el primer día, y su fe flaqueó. Se encontraba lejos de los hermanos y no recibió el saludo de la paz ni el aliento del Espíritu Santo. No podemos ir por libre, no podemos ser unos cristianos anárquicos e individualistas: el Señor se manifiesta en la Comunidad.

    Juan, ahora, vive deportado en la isla de Patmos. Ha sido separado de los hermanos por haber dado testimonio de Jesús. Pero esto lo ha unido espiritualmente a ellos con una fuerza inaudita, y por eso el Señor se muestra a él con un resplandor especial. Su situación debió ser parecida a la de muchos cristianos de Oriente perseguidos y deportados a causa de su fe.¡No nos quedemos callados si nuestro mundo quiere enmudecer! Nuestro testimonio cristiano tiene que devolver la salud,la paz y la alegría a nuestra sociedad tan triste y enferma.

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