Foto de archivo.
Pues sí, casi todos menos yo, y creo que estoy ya en la lista de los que necesitan esta Fuerza Divina, pues cada día las dolencias y males aumenta, pero como decía el P. Marcos Espinel cuando vivía en Puerto Rico:
"cuidado Pachi, que eres un poco hipocondríaco", y sí, sí lo soy, pero ya estoy a las puertas de los 60 y bien, lo que se dice bien no me siento. También es cierto que tengo mucho estrés, pero son cargas de los cargos y como los bueyes hay que tirar del carro, no queda otro remedio. Con los años llegan los achaques, las enfermedades, la vejera, pero es ley de vida.
Ayer día 31 celebramos la Unción comunitaria de los enfermos, y terminada la Misa celebramos en la mesa, en la sacristía, con muchisimas cosas que nos tenían allí preparadas, la verdad que todo quedó muy bonito y que contamos con muchos participantes.
Ciertamente nos ha quedado esa sensación de FIESTA, de alegría, sentimos el "Gozo en el Alma" que dice la canción, sentimos la presencia misteriosa del ESPÍRITU que nos reconfortó, nos animó.
En la homilía quise resaltar el valor del dolor,
la Unción no es una “aspirina” para evadir los dolores, es ungüento balsámico en el alma para afrontarlos y reciclarlos, hacer de ellos un dolor redentor, como el dolor de nuestro Señor y Maestro que desde
la Cruz nos enseña a unirnos a su dolor, a su sacrificio y así redimirnos nosotros y redimir. Siempre encontraremos a otro que está peor, que sufre más, que está mas solo, siempre tenemos mil motivos para dar gracias a Dios.