DOMINGO DEL BUEN PASTOR:
Lectura del santo Evangelio según San Juan
10, 27-30
En aquel tiempo, dijo Jesús:
–Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy
la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la
mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno.
En
el evangelio de este IV Domingo de Pascua, Jesús es presentado por los primeros
cristianos como el Bueno Pastor. Y en realidad sí que lo es, pues Él nos conoce, nos quiere, nos llama por
nuestro nombre, sabe de nuestras penas, de nuestros desvaríos, de nuestras
traiciones cuando nos alejamos de la seguridad del aprisco del rebaño a causa
de nuestros pecados, pero cuando estamos en paz con Él le seguimos y apreciamos
su voz. Es más, sabemos que dio su vida por nosotros, cargó con nuestros
pecados y asumió la Cruz
de nuestras miserias y vergüenzas, derrochó su amor apostando por la humanidad,
por los hombres y mujeres de todos los tiempos, también los de nuestro tiempo,
por nosotros Es un Pastor Bueno, porque da la vida por sus ovejas.
Juan nos habla con
frecuencia de este tema: "vida eterna". Esta es la vida que Jesús, el
Pastor, da a cuantos creen en él y le siguen. Es por tanto, la vida que se
recibe por la fe. Juan escribe su evangelio para que, creyendo en Jesús,
tengamos vida eterna.
Para Juan la "vida eterna" se inicia
ya en este mundo. No es algo que llega el día de nuestra muerte. El polo
opuesto de la vida eterna que comienza con la fe es la "muerte
eterna", que comienza con la incredulidad. El que cree ya está salvado, el
que no cree él mismo se ha condenado, todo se decide con la fe o con la
incredulidad. Creer es vital para alcanzar la vida eterna que nos ofrece en
buen Pastor.
Jesús está
convencido de que nada ni nadie puede apartar de sus brazos a los que son
"suyos" y a los que él ama. A aquellos que él ha llamado a la Salvación. Esto
también lo afirma el Apóstol San Pablo cuando nos dice: “¿Quien me apartará del amor de Dios?, Pues estoy completamente
convencido de que ni la vida ni la muerte, ni el presente ni el futuro, ni las
fuerzas, ni lo alto ni lo bajo, en fin, ninguna criatura podrá separarnos del
amor que Dios nos tiene en Jesucristo nuestro Señor" (Rom 8, 38)” Si
crees en Jesús ya estás en sus manos, La muerte no tiene dominio sobre ti, la
has vencido, has alcanzado la
Victoria siguiendo al Pastor. No quiere esto decir que el cristiano puede estar seguro con
tener fe, sino que la fe misma es
seguridad en Dios. La fe te garantiza el camino hacia Dios. Pero ahora cada uno
de nosotros hemos de manifestar a Dios nuestra fe en las acciones diarias de
ese caminar nuestro hacia Él. Si nuestras acciones no van en la línea del
Evangelio, si van en contra, si son egoístas, viles, raquíticas, por más fe que
tengamos no podemos estar en “línea” con Dios, pues estamos, por nuestras
acciones fuera del plan del Evangelio de Jesús.
Apropósito de este
Buen Pastor os voy a contar una historia: “Un día un cordero estaba muy
molesto, eso de estar siempre vigilado por el pastor y sus perros le molestaba
mucho, preferiría estar libre, sentirse libe, ir a donde quiera y cuando quiera,
pero no podía ser, eran las normas del pastor… ese día enfadado da con la
cabeza en una tabla del cercado, y ve sorprendido que la tabla se levanta,
coloca otra vez la cabeza en la tabla y aprieta poco a poco, hasta que la tabla
se levanta dejando el espacio suficiente para poder escaparse.
Una vez libre
salta y brinca lleno de júbilo, por fin experimenta la libertad, hasta que
tiene una extraña sensación, cree que unos ojos oscuros y malos le están
siguiendo, acelera el paso y los ojos les siente más cercanos, ya desesperado
se ve perdido, hasta que en el preciso momento que el lobo se iba a lanzar
sobre él, llega el pastor que con una mano le coloca sobre sus hombros,
experimentando un gran alivio al verse seguro.
Cuentas las
ovejas, las más veteranas, que nunca entendieron la actitud del pastor, pues
éste intrigado lo mismo que ellas por donde se había escapado el corderito
rebelde, después de recorrer y analizar todo el cercado, dio con la tabla que
se levantaba, pero cosa curiosa, el pastor nunca puso un clavo en esa tabla,
siempre la dejó así, sin embargo el corderito rebelde nunca más quiso
experimentar una nueva escapada de la seguridad del rebaño.
Y la realidad es
hermanos y hermanas que si Dios nos “ata” de alguna manera es motivado por la
fuerza de su amor, por eso Él nos ata, si nos ata con lazos de amor.
Granada, 15 de
Abril de 2013.
Fr. Francisco E.
García, O.P.