“BENDITOS VOSOTROS LOS
HUMILDES…”
La
primera lectura del Profeta Sofonías, 2,3; 3,12-13. nos deja un sabor amargo,
nos deja el corazón triste cuando nos dice el Profeta que en medio de nosotros
dejará el señor un resto, un pueblo pequeño, pobre y humilde, mientras que
entendemos que la gran mayoría pasan de Dios, pasan de vivir una vida cristiana
coherente, pobre, con la mirada en Jesús, en su vida y en sus enseñanzas. Este “resto”
sabrá apreciar la grandeza de un Dios de amor y misericordia que no nos quiere
ni ciegos ni sordos, nos quiere bien despiertos siendo humildes y veraces. No nos
entristezcamos cuando veamos que no somos tantos, que somos pocos, un resto.
En
el Salmo147 repetiremos: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque
de ellos es el Reino de los cielos” donde nos habla de ese Espíritu de
Dios que hace las cosas con amor para que nosotros respondamos con una vida
sana, honrada y trabajadora, Él solo busca nuestra felicidad, y esa felicidad,
siguiendo la tónica de las tres lecturas no está en la riqueza ni en el inflado
ego del hombre, está en lo pequeño, lo fácil, lo sencillo, lo humilde. Ahí
encontramos a Dios y ahí Él se encuentra con el HOMBRE.
En
la Segunda
lectura de San Pablo a los CORINTIOS, 1,26-31, el Apóstol nos manda mirarnos a
nosotros mismos, ver que somos la gente sencilla, humilde, que busca al Señor y
aguarda sus promesas, que entre nosotros no están los grandes hombres y mujeres
que sobresalen por sus conocimientos o títulos o fortunas, ellos ya tienen sus
dioses, nosotros somos los que estos desprecian por mirar con fe al cielo
aguardando al Señor. Bendito sea Dios y que Él nos permita seguir así, sin
perder la fe hasta que Él regrese y de cumplimiento a su Promesa.
El
espíritu cristiano está resumido totalmente y claramente en las bienaventuranzas.
No son para cada uno de nosotros ni para la Iglesia otra cosa que “un desconcertante programa
de vida cristiana”. Ese espíritu del hombre es nuestra ley, no nos pongamos al
escucharlas a la defensiva. Estas son así,
tal cual suenan, tengamos mucho cuidado al leerlas o al escucharlas de no
intentar manipular, ni dar un nuevo colorido, o sacar una nueva versión con lo
que yo creo que quiso decir o pienso que en realidad dice, son tan cual son,
sin cambio alguno, es una manera quizás sí radical, pero es que la vida de Jesús
es así de radical, no se pierde en medias tintas ni en colores deslavados, el
blanco es blanco y el negro es negro, no hay grises.
Dichosos
los pobres, los sufridos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de la
justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz,
los perseguidos, dichosos cuando os insulten y calumnien por mi causa… Nos da
el Señor la clave para ser dichosos, felices, bienaventurados y la manera de
lograrlo.
Hermanos,
que paséis un feliz DOMINGO, día del Señor y que por su Palabra os consideréis felices
y dichosos. Que Dios os bendiga.