“Jesús reina a
través de su amor, compasión, misericordia y preferencia por los pecadores, los
pobres, los perseguidos e ignorados. Por todos los que tienen gran necesidad de
Él”.
Con esta fiesta
de Cristo Rey del Universo damos fin al año litúrgico y al ciclo A. La semana
próxima, con el Adviento, nos introduciremos en una nueva aventura de la
Palabra, cercanía del Señor que nos irá orientando semana tras semana hasta
mostrarnos el gran misterio de esta PALABRA que se hizo CARNE, uno de nosotros,
pues Dios, además de estar siempre en el corazón del hombre, quería venir a
nosotros como uno de nosotros y experimentar los gozos y los sufrimientos de nuestra
pobre humanidad.
Este reinado de
Jesús, tal como nos lo plantea Ezequiel en la primera lectura se nos presenta
atípico, no viene con corona y cetro, viene como pastor que se preocupa de su
rebaño, viene como pobre que sirve, que se entrega, que se da por todos
nosotros. Muy lejos de las realezas de nuestro mundo y de nuestra sociedad
donde todos buscan con afán el ser servidos y muy pocos tienen ese espíritu de
estar en este mundo con la noble función de servir.
Este Cristo Rey
nos dirá San Pablo en su carta a los Corintios nos ha entregado una corona a
cada uno de nosotros con su victoria sobre el pecado y la muerte, si por Adán
vino la ruina a la humanidad, esta humanidad ha quedado regenerada en Jesús que
se entregó al suplicio para nuestra justificación, en él somos salvados.
El Evangelio de
Mateo nos presenta a este Jesús pobre y sencillo pero que un día vendrá como
REY SOBERANO DE TODOS. Y lo hace de la mejor de las maneras que podía hacerlo.
Somos parte de este reino de Jesús en la medida de que compartamos la vida con
el prójimo, por eso está muy vigente y más en este tiempo pos crisis económica
esto de “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui
forastero y me hospedaste, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me
visitaste, en la cárcel y viniste a verme…”
Es todo un
programa de amor y de vida, no es ni una religión, ni una filosofía, es la vida
misma, la vida de la salvación que pasa por actitudes concretas de caridad y
auténtico amor y que si no se dan en nosotros no tenemos nada que hacer
respecto a esperar una posible salvación, no nos vale decir “no lo sabía”,
Jesús ha hablado alto y claro y el que escuche se salva y el que se niegue a
escuchar se condena.
Que tengáis un feliz
Domingo, día del Señor Rey y Pastor que anima nuestros corazones para darnos la
salvación. Un abrazo fraterno.
Fr. Francisco E.
García, O.P.