jueves, 6 de marzo de 2014

EJERCICIO DEL SANTO VÍA CRUCIS.







Primera Estación:
JESÚS CONDENADO A MUERTE:



Sentado en el tribunal,
De Pilatos la sentencia,
Condenando a la Inocencia,
Y absolviendo al criminal.

Si por respetos humanos
En la tentación consiento,
Le doy a Jesús tormento
aunque me lave las manos.

Cristo está en las periferias, en el pobre, el oprimido, en el marginado. La crueldad del hombre de nuestro tiempo sigue condenando a este “CRISTI” viviente de nuestros días. No a las guerras, los odios, los rencores, los males y pecados que llevan al hombre a ser destructor del hombre. Solo en Cristo encontraremos fuerza y paz para vivir la gracia que Él nos da y amarle y reconocerle en el otro.

Segunda Estación:
JESÚS  CARGA CON LA CRUZ:



Pecador, mira a Jesús
Con la cruz que le has cargado,
Que te dice lastimado
tus pecados son mi cruz.

Que en mí no haya voluntad
Hacia lo que el mundo admira.
Porque en él todo es mentira
Y sólo amarte es verdad.

Los dolores de la vida son numerosos, estos no marginan, son pesados para ricos y pobres. Hoy puedes estar tranquilo, sin penas, lleno de vida y alegría y mañana con una cruz tan pesada que no puedes con ella, El amor de Dios nos llama a la solidaridad, ser solidarios con aquellos que portan cruces demasiado pesadas, recuerda: hoy por ti, mañana por mí. Todos somos Cristos con cruces y todos hemos de ser bálsamo para las heridas de los demás.

Tercera Estación:
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ:



La Cruz mucho ha de pesar,
Y mucho más mi pecado,
Que en tierra con Cristo ha dado,
Y no lo puede llevar.

Abraza, Jesús querido,
A este pródigo segundo,
Desengañado del mundo,
Roto de vida y vestido.

Si no contemplas la pasión de Cristo, ¿cómo podemos contemplar la pasión del mundo?, si no ves que Cristo ha caído, ¿cómo podemos ver a la humanidad caída?. Cristo nos lleva al hombre y el hombre nos lleva a Cristo.
Que seamos la mano que se extiende generosa, amable, cristiana hacia tantos caídos en las orillas del camino que peregrinamos en la viva caduca, para que tengamos fuerza y esperanza de llegar a la meta que Él nos ofrece.

Cuarta Estación:
JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE:



Aquí Jesús vio a María,
De tantos dolores llena,
Que le causó mayor pena
Que la Cruz que le oprimía.

Yo contigo, madre buena,
Quiero a tu hijo seguir,
Y padecer o morir,
Compartiendo vuestra pena.

…Y una espada de dolor traspasará tu alma. Sí, pero ella valiente recorre el calvario hasta quedar al píe de la cruz. En ella están representadas tantas madres que sufren por las pesadas cruces de sus hijos, las cruces de la violencia, la droga, el desapego, el paro, y tantas cruces más que desgarran sus maternales corazones. Madre nuestra del cielo, ayúdanos a tener tu valor y a saber amar con la intensidad del amor de tu traspasado corazón.

Quinta Estación:
JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO A LLEVAR LA CRUZ:



Viendo a Jesús sin aliento,
Le buscan un cirineo
Para saciar el deseo
De que muera en el tormento.

¿Es posible Vída mía,
Que tanto mal te causé,
Lo solo que te dejé
Cuando ya tu amor sabía?

El Papa Francisco nos llama una y otra vez a ser los cirineos de los marginados de las periferias, de caminar a donde está el dolor, el sufrimiento, la pena, las miserias humanas. Que no nos conformemos en ser unos católicos de iglesia, de templo, de sacristía, que llevemos la iglesia a la calle, que hagamos lío, que nos dejemos notar para que el mundo sepa que Cristo está vivo en nosotros y nosotros vivimos en Cristo.

Sexta Estación:
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS:



Una intrépida mujer,
Hasta Cristo se acercó,
Y el santo rostro limpió,
Frente a todos, sin temer.

Cuántas veces sentí afán
De acercarme más a Ti
Y ha podido más en mí
El temor al qué dirán.

Ante la cobardía de tantos hombres siempre es bueno resaltar el valor de esta mujer, en ella todas las mujeres valientes que quieren acercar su vida a Cristo y las capacita para no temer ante los problemas y las dificultades. En ella recordamos a las mujeres valientes que optan por la VIDA y no dan su aprobación al aborto, a ellas también el Señor las bendice como a la Verónica estampando el rostro de Cristo no ya en un lienzo, en algo mejor, en la criaturita que traen al mundo, el Rostro viviente de Cristo en otro Cristo para nuestro mundo.

Séptima Estación:
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ:



Otra vez está caído
Junto a ti, tu Redentor;
Mírale bien, pecador,
Con el polvo confundido.

Hombre, si no quieres ver
A tu Dios más ultrajado,
Confiesa bien tu pecado
Sin volverlo a cometer.

El cansancio, los azotes, los empujones y el peso de la Cruz hacen caer a Jesús por segunda vez. Pidamos con fe siempre viva al Señor, que los cansancios de nuestra vida, las tentaciones y el pecado no nos tiren por tierra, pero si caemos, pues condición humana es el caer, que tengamos fe para mirar hacia Cristo con los ojos de nuestra fe y pedirle fuerza para levantarnos de nuevo y seguir caminando el camino de nuestra peregrinación, pues en definitiva eso es nuestra vida, una larga peregrinación por caminos en ocasiones demasiado escabrosos.

Octava Estación:
JESÚS HABLA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN:



Llorad vuestra perdición,
Dice Jesús con dulzura,
A quienes con amargura
Lloraban por su pasión.

Jesús, de inmensa piedad,
Me llamas a que te quiera
Como si de mi tuviera
Hoy tu amor necesidad.

Él, el árbol verde, sufre los horrores del calvario, pero ¿Qué sucederá con nosotros, tantas veces árboles secos?, es una llamada de atención de Jesús a nosotros pobres pecadores, no es amenaza, es llamada de atención, advertencia. Si me llega la muerte, seco, sin la sabia de la Gracia de Dios, del Amor, de la Compasión, de la Misericordia, imitando a Jesús, el hacha cortará este árbol seco y lo destinarán al fuego que nunca acaba. Por eso Jesús nos llama a estar siempre en vela, despiertos, vigilantes ante el enemigo, el tentador.


Novena Estación:
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ:



Pecador, anda advertido
Pues, llevando tu pecado
Mira como le has cargado
Que tres veces ha caído.

Sí, Jesús, yo he repetido
Tus caídas con las mías,
Pero ya todos los días
Las lloraré arrepentido.

Jesús me dice con esta tercera caída: -Yo he caído para que aprendas a levantarte, para que pongas tu fuerza y tu confianza en mí-. Pero yo veo que me pesan los años, cada vez tengo menos fuerza, y para tantas cosas me siento incapaz. Por eso dame Señor la gracia de imitarte en esta tercera caída y haz que mis flaquezas, mis miedos, mis desfallecimientos al menos sirvan en beneficio de otros porque ponco en tus manos y en tu corazón mi vida tal como está, tal como tu la ves.

Décima Estación:
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS:



A la misma honestidad
Los verdugos desnudaron,
Y las llagas renovaron
Con deshonra y crueldad.

Siempre que yo, sin recato,
En mí profano tu templo,
Sigo, Señor, el ejemplo
De quien te dio tan mal trato.

Así nos lo mostró el Profeta Isaías, maltratado, sin apariencia humana, sin encontrar en Él aspecto ni hermosura, varón de dolores… y todo por nuestros pecados, por nuestra arrogancia, por nuestra vanidad.
Nosotros nos vestimos con trajes y vestiduras de vanidad mientras que a Él, el Justo le despojamos de todo. ¿Dónde nuestra cordura?, ¿dónde nuestra honradez?. Haz Señor que aprendamos de ti a despojarnos del pecado y vestir el traje de tu Gracia para que desde nuestra fidelidad a tu Evangelio guardemos la blancura del vestido para la Vida Eterna.

Undécima Estación:
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ:



Con martillos inhumanos,
Modo atroz, cruel acero,
A Jesús en un madero
Le clavan de píes y manos.

Cuando peques, pensarás
Que estás a Cristo clavando,
Y que te dice llorando:
Hijo, ya no peques más.

-Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he ofendido? Dímelo. ¿Por cuál de los beneficios que te hice has preparado una Cruz a tu Salvador?. Y a pesar de todo ahí estás, clavado en la cruz y amando, a punto de morir y perdonando, sufriendo el azote del tormento de los clavos y pensando en el tormento que puedan acarrearnos nuestros pecados, nuestras divisiones, nuestros egoísmos. Ayúdanos a amar oh buen Jesús, para que no caigamos por nuestro corazón tozudo en la trampa del maligno y volvamos a ti con generosidad nuestro corazón arrepentido, ciertamente arrepentidos.

Duodécima Estación:
JESÚS MUERE EN LA CRUZ:



Ni los clavos ni el madero
Me tienen aquí clavado,
Sino sólo tu pecado
Y lo mucho que te quiero.
Sí, Jesús, muera yo aquí
De amor, vergüenza y tristeza.

Víendote con tal firmeza
Dar hoy tu sangre por mí.
Y el sol esconde su luz,
De horror la tierra suspira,
Cuando el Creador expira
Enclavado en una Cruz.

Solamente si somos ayudados por tu gracia podremos responder a tu AMOR con amor, para aliviar así nuestras miserias humanas, para hacernos dignos de tanto derroche de ternura y de mimo hacia una humanidad que entonces y ahora te volvió la cara, te dio la espalda, te dejó solo en esa Cruz de nuestras miserias y pecados.
Señor Jesús, que nuestra redención sea mérito de nuestro amor por el prójimo y nuestros desvelos por la humanidad caída. Que nuestra lucha sea contra el mal, principalmente a favor de los pobres pecadores, para que por tu sacrificio encuentren la Paz que sólo tu das a aquellos que encuentran el camino de tu Evangelio.

Decimotercera Estación:
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ:



De Cristo el cadáver yerto
Entre sus brazos mirando,
Dice María llorando:
Hijo mío, quien te ha matado.

Yo he causado tu aflicción,
Yo fui quien te dio la muerte,
Pero ante su cuerpo inerte
No me niegues tu perdón.

María, oh Madre atormentada, que el pecado del hombre te ha causado tanto dolor, no nos abandones, que aunque pecadores y causantes de tanta desdicha, hijos tuyos somos. Mira nuestra miseria y tu que del Hijo toda gracia alcanza, haz que por tus ruegos y no por nuestros méritos seamos capaces de acercarnos a esa Cruz, que ahora contemplamos como leño seco y sin fruto, podamos clavar en ella esas miserias y pecados para que así su Pasión y su Gloria nos alcance a todos nosotros la Salvación.

Decimocuarta Estación:
JESÚS ES SEPULTADO:



En un sepulcro profundo
Custodiada la  salida
Yace el Señor de la Vida
Que vendrá a juzgar al mundo.
Jamás nueva recaída
En el pecado mortal.

Que es mal sobre todo mal
Pues de la muerte a la vida
Muerto, Señor, os conduelo;
Sacramento os venero
Por vuestra pasión espero
La gracia, la paz y el cielo.

Así, con su muerte, Jesús es el verdadero grano de trigo, que al ser enterrado da muchos frutos, así ha de fructificar gloriosamente, así queda claro para nosotros que el auténtico camino para llegar a la VIDA no es otro que el camino de la muerte. Así también entenderemos el anuncio de los profetas cuando nos decían que Cristo, por la humillación llegaría a la exaltación. Y así nos deja para nosotros el mensaje que nunca hemos de olvidar: Por la Cruz a la LUZ:
Y por último, así aprendemos que ya está obrada la Redención del Hombre por Dios.

Decimoquinta Estación:
LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR:


Oración final:

Te suplicamos, Señor,
que nos concedas por intercesión de tu Madre la Santísima Virgen María,
que cada vez que meditemos tu pasión,
quede gravado en nosotros,
con marca de actualidad constante,
durante toda nuestra vida,
un agradecimiento inmenso a tu bondad.
Amén



Granada, 6 de Marzo de 2014


Fr. Francisco E. García Ortega, O.P.

Cristo de la Buena Muerte de Málaga

1 comentario:

  1. En ocasiones me pregunto si esto y otros escritos míos se lee o si sirve, o si gusta... en fin, esperemos que estos "pequeños trabajos" sean para alguna utilidad, a fin de cuentas a uno que le sirva creo que ya habrá merecido la pena, bueno, la pena no, la alegría.

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