En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los
mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba
ir él. Y les decía:
–La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa.» Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «está cerca de vosotros el Reino de Dios.»
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: «Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros.» «De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios.»
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
–Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
El les contestó:
–Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
–La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa.» Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «está cerca de vosotros el Reino de Dios.»
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: «Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros.» «De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios.»
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
–Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
El les contestó:
–Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
¡Pongámonos
en camino! –Nos dice Jesús- La
VIDA del cristiano es caminar. Pero la cuestión para el
Evangelista no es lo que tienes que llevar contigo para la misión de anunciar
el Evangelio de Jesús, es lo que no
tienes que llevar, es no presentarte como los ricos, los que tienen de
todo, apegados como ellos a las cosas materiales, poniendo tu corazón en tus
pertenencias, sin quitar ojo de lo tuyo por miedo a que te lo roben, no, para
el anunciador del Evangelio se le pide pobreza absoluta, para que se
identifique con los pobres del camino. Ciertamente los que te encuentras por el
camino son los pobres, los ricos, los poderosos no caminan, están muy bien
instalados, han “plantado” sus raíces, están con sus corazones fijos donde
tienen sus tesoros.
Os
envío como corderos en medio de lobos, para que seáis mensajeros de paz y
bondad.
Es
una llamada a como ha de ser la misión del PASTOR, no podemos dar lo que no
tenemos, el Pastor tiene que tener bondad en su corazón, ser sembrador de paz,
¿Cómo dar paz si confrontas, provocas, señalas, condenas…? En cualquier lugar
que os encontréis sed amables, curad enfermos y anunciad que el Reino de Dios
está cerca. Para el camino de la vida no llevéis mucho equipaje. Al contrario,
vestíos de una enorme sencillez, porque si llenáis de cosas el corazón os
faltará sitio, en el corazón, para las personas.
Sólo Dios da la vida, Pero nosotros tenemos que ser anunciadores de Vida,
tenemos que transmitirla, respetarla luchar en pro de la VIDA, que en DON de Dios que
ama y quiere reflejar su rostro amado en el hombre.
Sólo Dios puede dar la fe, Pero nosotros tenemos que anunciar el
Evangelio de Cristo para que el mundo crea, pero el Evangelio con sus exigencias,
pero desde la línea del amor del Señor, desde la línea de su Divina
Misericordia.
Sólo Dios puede dar la esperanza, pero cada uno de nosotros tenemos que
avivar esa esperanza, la que muchos han perdido y Cristo espera que nosotros
que creemos, amamos y esperamos se la devolvamos a aquellos que la han perdido.
Sólo Dios puede dar el amor, pero nosotros tenemos que amar a todos, a
los que nos aman y a aquellos que nos odian, a los que nos acompañan en nuestro
camino y a aquellos que quieren sacarnos del camino buscando nuestra perdición,
así, amando, romperemos la cadena de odios y rencores, de guerras y terrorismo
que asola a nuestro mundo, con el Amor venceremos. El amor de Cristo derrota al
enemigo.
Sólo
Dios puede dar la paz, pero nosotros, como Comunidad de Fe, es decir, como
Iglesia tenemos que traducir con hechos y gestos esta Paz que Cristo nos da, si
no lo hacemos, si nuestra Iglesia se vuelve peleona, beligerante, si está
siempre señalando con el dedo, si solamente condena se aleja de la misión de
Cristo. “Mi paz os dejo, mi Paz os doy”, ¿para qué?, ¿para atesorarla y
guardarla en un cofre bajo tierra?. No, para darla, para ser sembradores de paz
en este mundo. Que el cristiano, que el pobre pecador pueda encontrar la paz
que anhela cuando entre en nuestros templos y escuche a nuestros predicadores.
Si no la encuentra, si no se siente acogido, amado, arropado, querido, ¿cómo va
a encontrar el camino de la conversión?. A alguien se le apuntará su delito,
pero a él creo que no. Pues Dios que es AMOR, PERDON, MISERICORDIA ya le ha
abrazado, y a Dios le duele nuestra dureza y nuestro rechazo, Dios quiere que
seamos compasivos y misericordiosos como lo es él.
Sólo Dios puede dar la fuerza, pero nosotros tenemos que unirnos para compartirla
también, mi fuerza es débil, pobre, con poca potencia, pero si se une a la mía
la tuya, la de la Comunidad,
la de la Iglesia,
entonces esa fuerza ya es poderosa, inmensa, ya puede transformar el mundo.
Sólo Dios es el camino, pero hay mucha gente perdida por el mundo sin
rumbo, a nosotros no nos pide tanto el Señor, ya sabemos que Cristo es el
Camino, la Verdad
y la Vida, sólo
quiere que seamos generosos con los demás, que con nuestras buenas obras, con
nuestra bondad seamos capaces de enseñar este camino de Cristo a los demás.
Sólo Dios es la luz, pero nosotros podemos hacer que brille para todos.
De que te sirve ser consciente de que eres Cristiano si no alumbras, si nos
eres no un foco débil sino una poderosa lumbrera. Nos dice Cristo, tu eres la
luz del mundo, alumbre vuestra luz puesta en lo alto, paro para que la lámpara
pueda dar luz necesita aceite, el aceite de la lámpara de nuestros corazones
son nuestras acciones de cada día.
Sólo
Dios puede hacer lo imposible, pero a cada uno de nosotros simplemente nos pide
hacer lo posible. Nada más, nunca nos
pide imposibles.
Sólo Dios se basta a sí mismo, pero prefiere contar contigo. Quiere ver
nuestro mundo con tus propios ojos, acariciar con tus manos, caminar por
nuestras calles con tu propios píes, amar a la gente con tu propio corazón, así
de grande es DIOS, que siendo todo quiere contar con cada uno de nosotros y
hacer de cada uno un TODO.
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