Ya estamos a la mitad del mes. Ciertamente es un
mes fuerte, fuerte en trabajo, tenemos las confesiones de los niños de Primera
Comunión tanto del Colegio como de la Parroquia y las Primeras Comuniones, ayer fue
tremendo y eso que solamente eran dos tandas que no llegaban cada una a los 30
niños, pero la iglesia de Santo Domingo estaba abarrotada. Además de esto
recientemente hemos tenido la celebración del Triduo en honor a Nuestra Señora
del Rosario de Fátima, que este año ha sido entrañable y especial al celebrar
el centenario de las apariciones a los tres pastorcitos además de la Canonización por el
Papa Francisco de San Francisco y Santa Jacinta.
Hoy, aunque no tenemos nada extraordinario celebramos
la fiesta de San Isidro Labrador, el santo madrileño que nos deja una profunda
enseñanza de abandono en los brazos de Dios Padre, de confianza infinita en Jesús
y de la acción constante en nuestras vidas de la fuerza del Espíritu santo. Él
y su esposa que alcanzaron la santidad son ejemplo a seguir, representan a esa
sociedad nuestra que quizás ahora en estos tiempos modernos no veamos, pero que
en tiempos anteriores si que hemos visto, de tanta gente sencilla, pobre hasta
la saciedad, personas religiosas y humildes, que no escatimaron nunca en dar a la Iglesia para sus
necesidades sin pararse a pensar que las que ellos sufrían eran mucho mayores,
pero el que confía en Dios es así y actúa así.
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