NOS ENCOMENDAMOS A NUESTRA MADRE LA VIRGEN DE LOS DOLORES PARA QUE MEDITEMOS ESTE EJERCICIO DE LAS SIETE PALABRAS:
No hay Calvario sin María, ella, Juan y unas pocas mujeres permanecieron fieles al Señor y aún con riesgo de sufrir algún castigo no le abandonaron en el recorrido, que nosotros los cristianos hemos recogidos en la práctica piadosa del Vía Crucis.
Te pedimos Señora y Madre nuestra, que, así como estuviste todo el tiempo junto a la Cruz de tu Hijo estés también junto a nosotros y nos ayudes con las cruces, especialmente con aquellos a quienes estas cruces les hace insoportable la vida. Que encuentren siempre en ti su consuelo, también te pedimos que muevas los corazones de todos para que estemos más atentos a las necesidades de los demás y seamos más firmes a la hora de actuar y ayudar a los que más sufren.
PRIMERA PALABRA DESDE LA CRUZ:
"PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN"
Tenían que ser tus primeras palabras dirigidas al Padre desde la Cruz, palabras de perdón. Alguien que ama tanto y tan intensamente no podía dejar de un lado a los pobres infelices, aquí nos incluimos todos, que ciegos por el pecado no vieron ni reconocieron en el hombre a quien era Dios con nosotros. Que sepamos amarte con corazón puro para que seamos agradecidos por el perdón que nos das. Que nunca pasemos de largo ante tantos rostros que te representan y están crucificados por la crueldad de nuestro mundo, arranca nuestra ceguera, que podamos ver y en ellos verte a ti.
Ayúdanos a perdonar de corazón a todos los que nos han hecho mal para que seamos merecedores de tu perdón.
SEGUNDA PALABRA:
"HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAISO"
Cuantas veces prejuzgamos, rechazamos, marginamos y apartamos de nosotros, de nuestro círculo, de nuestra Comunidad a otros porque los consideremos malos, ladrones, embusteros, en definitiva: pecadores.
Sin embargo, tú te apiadas de la fe de este pobre ladrón que va a morir en suplicio semejante al tuyo, él por sus maldades, tú por las nuestras. Era un ladrón, y que buen ladrón, que en el último instante de su vida pudo "robarte", arrancar de tus labios y corazón agonizante esas promesas de salvación eterna.
Quiera el Señor que cuando nos toque partir de esta vida tengamos la certeza de que estas palabras tuyas también han sido dichas para cada uno de nosotros.
TERCERA PALABRA:
"HE AQUÍ A TU HIJO: HE AQUÍ A TU MADRE"
Conocías las leyes y eran tan injustas para las mujeres viudas que perdían a sus hijos... Ella se quedaba sola, desamparada, perdía casa, propiedades, lo perdía todo, aunque con gozo todo lo habría dado con tal de tenerte y no perderte, por eso, apiadándote de ella le entregas a Juan como hijo y desde ese momento la recibe en su casa pues María ya no tiene casa. Es el más joven de todos los discípulos y el más valiente pues te acompaña a ti y a tu madre. Con Juan estamos todos unidos y te recibimos María como nuestra Madre bendita del cielo.
Te pedimos Madre que mires con misericordia a tantas mujeres injustamente tratadas, burladas, vejadas, sin justicia, sin derechos, sin amor en medio de un mundo aún machista, egoístas y que ven a la mujer como simple objeto de placer.
Que cambie muestra sociedad, la mentalidad de nuestro mundo, que quedan muchos países donde la mujer tiene que recobrar el lugar que le corresponde.
CUARTA PALABRA:
"DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO?
Te ha recibido en Jerusalén una multitud que alfombraban el suelo a tu paso con mantos y te aclamaban como REY con palmas, ¿donde están ahora?, ¿donde están tus discípulos?, ¿donde está el Padre? Te asusta el silencio de Dios. Te espanta. es la soledad de la entrega, del servicio, la soledad que impone la fuerza del amor. A mi también me asustaría ese silencio de Dios si no comprendiera que el Padre en ese momento está también crucificado, también está sufriendo una pasión dolorosísima, una agonía por la muerte del Hijo.
En muchas ocasiones somos muchos los que sentimos esa sensación de abandono, de soledad, del silencio De Dios, pero nosotros tenemos tu promesa: "yo estaré con vosotros hasta la consumación de los tiempos". Y estas con nosotros, y nos diste a tu Madre, y nos mandaste al Espíritu Santo para que nos confortara y nos dejaste la Iglesia como nave segura en medio de los vendavales del mundo.
Danos, Señor, un corazón agradecido y que en el ahora de tu vida estemos siempre contigo para que no sientas esa terrible soledad y contigo curar nuestras soledades.
QUINTA PALABRA:
"TENGO SED"
Que fuerza de amor, Señor, que entrega, que gran espíritu de perdón y de misericordia, que muriendo tienes sed de todos, de los más pecadores, de quienes te están torturando con ese suplicio, sed que abarca al mundo, que nos abarca a todos.
Que también nosotros tengamos sed de ti, sed de la justicia, de La Paz, de la armonía, de la comprensión, la tolerancia, el respeto por los demás. Sed de una sociedad sin corrupción, con una justicia más social, más para todos, más para los que viven en lugares donde carecen de lo elemental para vivir con dignidad. Que no se apague nuestra sed hasta que no logremos que tu Reino llegue a todos los rincones del mundo.
SEXTA PALABRA:
"TODO SE HA CUMPLIDO"
Desde el comienzo de la humanidad de un leño verde cargado de fruto vino la perdición para el hombre, quiso vivir sin Dios, se bastaba a si mismo, como sucede en nuestro tiempo, tan poco hemos avanzado. Para redimir a la humanidad Dios dispuso un solo sacrificio, el inocente por los culpables, el justo por los pecadores, Dios por los hombres, Por eso ahora, en este tiempo, del leño seco, sin vida, sin fruto prende la Salvación de toda la humanidad. Con esta entrega generosa de Dios todo su plan SE HA CUMPLIDO.
Ahora nos toca a nosotros decirle al Señor, Señor, he realizado todo lo que esperabas de mí, por mi parte también todo se ha cumplido. Que sepamos y queramos hacerlo desde lo más profundo de nuestros corazones.
SEPTIMA PALABRA:
"PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU"
Cuando pronuncias estas palabras ya Señor todo está en calma en tu corazón, ya tus brazos abiertos abrazan al Padre y con el Padre abrazas a la humanidad entera, has cumplido cabalmente, te has dado hasta derramar la última gota de tu sangre por nosotros, pecadores, nos has liberado, has arrancado de nosotros las cadenas de la esclavitud, nos has comprado con un precio tan alto que asusta, con tu sangre nos has redimido.
Aquí entendemos perfectamente esas palabras de la liturgia de la Pascua cuando en el Pregón Pascual cantamos" Oh feliz culpa que mereció tal redentor", sí, Señor, feliz pecado y desdicha nuestra que por nosotros viniste tu mismo a rescatarnos y a precio tan alto. Ya podemos levantar la cabeza, no somos vasallos de nadie, somos libres, tu nos has hecho libres. Gracias por tu amor.
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