INTERIOR DE LA IGLESIA DEL MONASTERIO DE SANTA DOROTEA DE BURGOS
UN
GOZO EN EL ALMA:
Ayer visitamos a las tías
monjas de Burgos, primero fuimos al Monasterio de Santa Dorotea, de
las Madres Agustinas para visitar a tía Nieves. Sor Nieves, hermana
de mi padre, que cuenta con la edad de 94 años y es la mayor del
Monasterio en edad.
SOR NIEVES CON LAS JOVENES DEL MONASTERIO
Es un gozo, es una gozada ver,
palpar, sentir su alegría, alegría que a pesar de los años no
cambia, permanece intacta, fiel, animosa como el primer día.
Es también para tantas nuevas
Madres Agustinas jóvenes procedentes de Filipinas la abuelita de la
casa, la monja que se deja mimar, la ancianita, como muchos ancianos
que se hace niña, no porque con la vida recia marcada por la Regla
de San Agustín se añoñe, sino más bien por causa del Evangelio
vivido y predicado por tantos años de Contemplación, y vida animada
por esas palabras del Señor: “Si no os hacéis como niños no
entraréis en mi Reino”.
Al contemplar a las nuevas
jóvenes felices de estar ahí recordaba mis años vividos en el
Convento de San Esteban de Salamanca o en el Convento de San Valentín
de Berrio Ochoa de Villava, donde los frailes jóvenes encontrábamos
alegría y gozo junto al P. Sabino Alonso en sus muchos años o en el
caso de Villava junto al P. Francisco que murió unos meses antes de
cumplir los cien años.
YA EN LA DESPEDIDA...
Por la tarde, sobre las siete
llegamos a Villimar, a las afueras de Burgos, para visitar a nuestra
tía Sor Isabel, en el Monasterio de las Madres Calatravas que junto
a la Madre Abadesa nos recibió en el locutorio como no podría ser
de otra manera, que así se vive y se sirve al Señor en la Vida
Contemplativa.
SOR Mª ISABEL
Esta Orden de vida muy austera
como todos los Monasterios contemplativos también nos recibió con
esa profunda alegría, que sale o brota de lo más profundo del alma
y que expresa la paz interior vivida por las queridas Madres
Calatravas en dicho Monasterio y que en nuestra tía se mantiene
fresca como el primer día, parece que fue ayer cuando entraron,
cuando profesaron y en el caso de otras, como tía Sor Josefa cuando
murieron, sí parece que el tiempo no pasa, que se estanca, que la
alegría es fresca, renovada en cada instante ante el Señor al que
sirven con toda su vida, con toda su alma.
Un misterio que se hace
presencia es la vida contemplativa, la vida consagrada y una fortuna
poder acercarse a él.
MI TÍA VICTORIA Y MI HERMANA Mª LUISA DESPIDIÉNDOSE DE TÍA Y LA MADRE ABADESA.
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