Cristo: Eterna Palabra del Padre |
Lectura del santo evangelio según san Juan 1. 1-18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a
Dios, y la Palabra
era Dios. La Palabra
en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y
sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra habla vida, y la
vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no
la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía
como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a
la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz
verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el
mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y
los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser
hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor
carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y
acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo
único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita
diciendo: «Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de
mí, porque existía antes que yo.”» Pues de su plenitud todos hemos recibido,
gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la
verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios
Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
La Palabra, Luz de Dios, se hizo carne y acampó entre nosotros:
Fray Manuel Ángel Martines Juan ,Doctor en Teología en Salamanca, en su comentario bíblico que publica en
el portal de La Orden
de Predicadores, comenta: “En
la misa del día de Navidad se nos invita a meditar el prólogo del Evangelio de
san Juan. Se dice que fue tan grande la devoción de los fieles a este pasaje,
que llegaron a honrarlo como una reliquia y a valerse de él como si se tratara
de un sagrado talismán. Hacia el siglo XII comenzaron a recitarlo algunos
sacerdotes, por pura devoción, mientras volvían a la sacristía y se quitaban
los ornamentos. Luego, a causa del ruego de la gente, sobre todo de las mujeres
devotas, consintieron en recitarlo en el altar, primero en voz baja, y luego en
alta voz, hasta que por fin, san Pío V lo incorporó definitivamente a la misa;
de modo de que antes de la última reforma litúrgica la Eucaristía concluía
siempre con la lectura de este profundo pasaje evangélico .Es de los pocos
pasajes del Nuevo Testamento que afirman claramente la divinidad de Jesús.”
Recuerdo en mis años de juventud,
en el pueblo de Yauco, que con mucha frecuencia venía gente al templo
parroquial o a la casa parroquial para pedir la bendición y se les leía este
Prologo de San Juan.
Esa eternidad divina viene a los
suyos, al pueblo por siglos preparado por Dios, al pueblo elegido, al pueblo
que con tanto orgullo ha cantado las alabanzas y los salmos al Dios Uno, Único
y Verdadero. Pero que en la HORA
final, después de tanto esperar, no le reconocen, se les escapa, pierden la
oportunidad. Se alejan de la
Promesa del Padre.
Pero ojo, no pensemos que este
“despiste” del pueblo judío es algo que se dio únicamente entre los judíos del
tiempo de Jesús, esta situación se repite en todos los tiempos, pero con una
mayor insistencia en nuestros días, y no como antes, por falta de
conocimientos, sino más bien por apatía, por falsedad, por malicia, por desenfreno,
o por una especie de maldad o rabia contra Dios y contra todo lo que pueda
recordar esta Bondad Divina que está en los hombres de buena voluntad, en los
corazones nobles, en las almas sencillas que buscan de Dios y su Justicia.
Pero por más que griten que Dios
está muerto, o dormido o ausente, no lograrán convencernos, Dios está entre
nosotros, vino en la humildad de nuestra pobre carne a nuestro mundo gracias al
Sí de una joven doncella que lo acogió en su seno virginal y nos lo entregó a
la humanidad en el pesebre de Belén, en pobreza radical, como abandonado por
todo y por todos, como indicando esa otra situación treinta y tres años más
tarde, cuando muriera en una cruz de la misma manera, con el mismo abandono
aparente y en la misma soledad.
Los hombres necios piensan que
con taparse los ojos tapan al sol, pero eso no puede ser, es imposible,
simplemente no ven el sol porque tienen la mano encima de su nariz, pero el sol
está ahí, donde siempre. Por más que alguna minoría, aunque creciendo, intenten
opacar la Luz del
Mundo, Cristo Nuestro Señor, no lo podrán conseguir, porque Él es el Sol de
Justicia que alumbra a todo hombre. La Palabra de Dios hecha carne que permanece por
siempre, y que vino a nosotros para confortar, animar, vivificar nuestra naturaleza
humana, pobre y enferma por el pecado y a dar vida, una vida que sobrepasa
todas las expectativas de la misma humanidad, la Vida Eterna. Porque nos dice
San Juan en este Prólogo: “Pero a
cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su
nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano,
sino de Dios. Y la Palabra
se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria
propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad”.
Cuantas gracias hemos de dar a
Dios nuestro Padre diariamente por esta manera tan sencilla de darnos su VIDA,
de cambiar y tanto nuestra pobre existencia, de transformar y de tal manera
nuestra vida mortal al darnos con la fuerza de su amor el poder de optar por
una vida que nunca termina, que permanece para siempre unida a Él en el cielo,
en ese Reino Nuevo que este Verbo del Padre nos ha regalado con su nacimiento,
con su vida, con su Cruz y con su Resurrección.
En este año de la Fe que la Palabra eterna de Dios
ilumine nuestras mentes y nuestros corazones para que la Palabra que es la Luz del Mundo permanezca
encendida en todos los corazones de buena voluntad, y así no se apague ni se
opaque ni se distorsione la Fe
verdadera de Cristo el Señor en nosotros y en todo el mundo. AMEN.
Cristo Luz de Dios que alumbra a nuestro Mundo. |
Bonito si alguno pone el Prologo de San Juan en latín
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