Muy
borrosas son las noticias que los viejos martirologios nos ofrecen; en cambio,
nadie puede poner en tela de juicio la historicidad de San Juan Alcocer, la
santidad de San Juan Alcocer, el que nace en Granada, a la vera de la Patrona, la Virgen de las Angustias y
que su padre comprará casa en el Señorial Realejo, no lejos de Santo Domingo.
No
pretende esta afirmación desvestir a un santo para vestir a otro, ni mucho
menos intenta hacer un alicorto capillismo. Quiere contrastar un hecho histórico:
de una parte, la existencia incuestionable de un santo granadino; de otra, la
postergación en que, a los ojos de sus paisanos, ha caído.
El
fenómeno de su olvido habrá de achacarlo a múltiples causas, y entre ellas, a
la tradicional aforística desidia de los mismos dominicos para publicar sus
propias glorias, aunque también es de justicia sumar a este proceso de abandono
otras causas históricas más o menos accidentales, que no es el caso enumerar ni
analizar.
Granada
que se ha desbordado por la puerta grande de la piedad y la admiración a tantos
santos forasteros –prohijándolos- lo que es digno del más férvido encomio,
apenas conoce a un santo nacido en casa, bautizado bajo la mirada materna y
celeste de la Virgen
de las Angustias, realizador de un itinerario existencial heroico y confirmador
de las más señeras virtudes del catolicismo granadino; San Juan Alcocer, que
rubricó su vida con la sangre del martirio en tierras de misión, lejos de su
añorada Granada.
Del
libro de Fr. Álvaro Huerga, O. P., Granada 1958.
San Juan Alcover - Iglesia de Santo Domingo de Granada |
Oración a San Juan Alcover:
¡Oh Dios Omnipotente, que glorificas tu
nombre en el testimonio irrefragable de tus mártires invictos! He aquí a tus
hijos que, con radiante devoción, te invocan hoy por la intercesión de San Juan
Alcocer, a quien veneramos por abogado en nuestras necesidades, ejemplo de
nuestro peregrinar por el mundo camino de Ti, campeón de la fe cristiana y
gloria de la católica España.
Tú, Señor, que eres admirable en tus
obras y en tus santos, concédenos un alma robusta como la suya para honrar
dignamente su memoria e imitar sus virtudes. Amén.
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