Estamos en la semana de Pasión , las lecturas del
Oficio de esta mañana, lo mismo que las de la Misa nos recuerdan el poder de la Pasión del Señor. Nos dice
San León Magno, Papa, en sus sermones: ”Que
nuestra alma iluminada por el Espíritu de verdad reciba con puro y libre corazón
la gloria de la Cruz
que irradia por cielo y tierra, y trate de penetrar interiormente lo que el
Señor quiso significar cuando, hablando de la pasión cercana, dijo: Ha llegado
la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Y más adelante: Ahora mi
alma está agitada, y ¿qué diré? Padre líbrame de esta hora. Pero si por esto he
venido, para esta hora, Padre, glorifica a tu Hijo”
Preparémonos a celebrar la Pasión del Señor con sumo
fervor, recordando que de ese leño de la CRUZ procede la salvación de la humanidad, que no
pasemos por alto tan grande sacrificio de Jesús, la fuerza de su amor redentor,
el amor a los hombres, que con la
Pasión , muerte y resurrección borra los pecados de los
hombres para hacernos retornar a su gracia divina. Un corazón contrito y
arrepentido nunca lo desprecia Dios. O como dice el Papa Francisco con tanta insistencia:
“Dios no se cansa nunca de perdonar”, no nos cansemos ni dejemos para más
adelante –a ver si ese más adelante no nos da tiempo a encontrar- el
arrepentimiento y el confesar nuestros pecados. Ahora es el tiempo propicio.
Ahora es el tiempo de la
Misericordia.
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