“Yo hago un pacto con vosotros…”
Se nos habla en la primera lectura tomada del libro del Génesis:
Dios hace un pacto con Noé y su descendencia; hace un pacto
de presencia, de amparo, de protección al hombre y a todos los seres que
pueblan la tierra, nada se queda olvidado, a nadie deja Dios desprotegido, por
todos vela y todo lo vigila.
Por eso el Hombre se
tiene que sentir confiado pues Dios protege sus entradas y salidas, pero a la
vez se tiene que sentir abochornado por el mal trato que da a sus semejantes,
por sus odios y rencores, por sus envidias y sus guerras, por su mal trato a
los animales que Dios protegió del diluvio y sigue protegiendo ahora de la mal
acción de tantas personas contra ellos, contra su entorno, contra la
naturaleza, esas acciones malvadas no quedarán impugnes, el Hombre es
responsable del entorno y de los animales que pueblan la tierra y ante Dios ha
de dar cuenta de sus gestiones y acciones que han llevado a la extinción de
tantos animales y a otros muchos al borde la la misma.
No, no se trata solo de la relación hombre con hombre, se
trata de la responsabilidad del hombre en todo su entorno y más con los más
desfavorecidos, sean hombres o sean animales o sea simplemente el rincón más
lejano del planeta Tierra, de todo hay que rendir cuenta ante Dios pues Él se
lo ha dejado al Hombre para que lo cuide y proteja. Cada vez que veamos el Arco
Iris tenemos que acordarnos de este PACTO de Dios con el Hombre y de esta
responsabilidad nuestra de amar y proteger todo lo que salió con VIDA del Arca
de la nueva Alianza, el Arca de Noé.
En el salmo repetiremos repetiremos: "Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza".
Sí, tenemos que aprender los Caminos del Señor
pues la ignorancia no nos salva, tenemos que caminar por la vida con lealtad y
siendo responsables aunque solo sea por el amor del Señor para con nosotros,
por su ternura, por su misericordia para con nosotros que somos pecadores, pero
que tenemos la gracia y la fuerza de volver nuestro corazón arrepentido hacia
Dios y él que es bueno nos perdona. Él es amor.
Nos habla la segunda lectura que está tomada de la primera carta del apóstol san Pedro.
Cristo murió por los pecados una vez para siempre:
el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Esa muerte
ignominiosa fue vergüenza para el hombre, pero a la vez, por designio de Dios
ha sido VIDA para todos, y no se trata de un aumento de nuestros días de vida,
o una mejor vida, es VIDA, pues el que está con Cristo muere con Él y VIVE para
siempre, el es el único CAMINO DEL HOMBRE, Él es la única VERDAD DEL HOMBRE, Él
es la Vida del
HOMBRE. Quien está con Él no morirá para siempre, gozará de la paz del Paraíso
para toda la eternidad.
En la lectura del Santo Evangelio, que está tomado de San Marcos, el Señor nos habla al corazón.
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al
desierto, esta experiencia de “desierto” ha de ser nuestra cuaresma, el desierto es soledad, es quietud, es concentración,
necesitamos de todo eso para adentrarnos en nosotros mismos, lo más oculto de
nosotros, lo más inaccesible, para que veamos en verdad como somos, que hacemos
bien y que estamos haciendo mal, para que podamos optar por la auténtica
conversión, de lo contrario irán pasando los días de la CUARESMA y nuestra vida
estará igual, no habrá progreso en el camino cuaresmal, camino de
arrepentimiento, de volver al camino de Jesús, de llenarnos nuestras vidas de Él
que es la salvación del Hombre, la salvación del mundo, pero tampoco olvidemos
que el tentador estaba ahí con Él y sigue estando presente en nuestras vidas.
Por eso es urgente nuestro auténtico cambio.
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