El pueblo de la Hoz, donde he pasado yo tantas temporadas de niño en casa de mis abuelos maternos, el pueblo de mi madre, el pueblo de tantos recuerdos y tantas aventuras de niño, esta publicación me trae recuerdos de añoranzas, de tiempos llenos de felicidad, de tanta gente buena, de familias pobres pero felices, de esa iglesia preciosa, de las veces que ayudaba a misa a D. Acilino el párroco de mi niñez, de los trabajos de mi abuelo para mantener siempre limpia la iglesia y todo en orden y a punto para la celebración de la Misa dominical o las misas de funerales, cuantas horas después del duro trabajo de cada día dedicadas al Señor y a su santa casa.
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