DOMINGO DE RAMOS, DE LA PASIÓN DEL SEÑOR. Ciclo B.
“Ha
llegado la hora”
Hemos recorrido un largo camino de cuarenta días,
ahora llegamos a la PASIÓN Y
MUERTE DEL REDENTOR. Es un tiempo para meditar y para que cada uno nos situemos
en el sitio, que después de vivir la santa cuaresma hemos decidido para nuestra
vida, pero ojo, el Domingo de Ramos indica un poco, o bastante lo que es la débil
condición humana, nos inflamos y nos desinflamos con facilidad. En este Domingo
de Ramos vemos como el pueblo judío se infla de gozo y alboroto por la llegada
del Mesías, pero después de la experiencia del huerto de los olivos todos
abandonas al Señor, todos se han desinflado, han olvidado sus palmas y ramos,
sus gritos de “Bendito el que viene en nombre del Señor”, han abandonado. Y nosotros
cuando claudicamos ante las tentaciones hacemos lo mismo, abandonamos al Señor
para seguir nuestro camino, camino que no va a ninguna parte buena, camino al
abismo. No podemos dejarnos vencer, tenemos que tener FE y fortaleza,
necesitamos del Señor para no claudicar también nosotros.
Pero no estamos solos, cada mañana el Señor nos
espabila el oído, nos dice la primera lectura, para decir una palabra que de
amor y de esperanza, que no nos cerremos en nosotros mismos, que siempre
encontraremos otros más necesitados, más abatidos a los que tenemos que ayudar,
si el Señor sólo hubiera pensado en él mismo no habría subido a Jerusalén, habría
abandonado su misión. No seamos cobardes, no tiremos la toalla, luchemos, pero
luchemos con esperanza y seamos luz y fortaleza para los afligidos de nuestro
tiempo, que por desgracia son muchos.
El Salmo resume en cuatro versículos la pasión de
Cristo y nos obliga a tomar partido. ¿De qué lado estamos?, ¿con Cristo o
contra Cristo?, ¿somos como las mujeres que se acercan sin miedo al Señor, como
la Verónica
que enjuga su rostro sin miedo a los azotes del látigo de los romanos, como el
hombre de Zirene que aunque obligado ayuda a llevar la Cruz del Señor? ¿o nos quedamos
en la orilla para verle pasar de largo, a nuestro lado, pero sin más compromiso
y sin mojarnos?.
El Apóstol en la carta a los Filipenses nos habla de
cómo el Señor no se aprovechó de ser Dios y asumiendo nuestra condición humana
acoge la Cruz
redentora para salvar a la humanidad. Pero es algo más que salvar, también es
enseñar, enseñarnos a saber tomar decisiones que conlleven cargar con nuestras
cruces y más aún, cargar con las cruces de aquellos que tienen menos fuerzas
que nosotros, el cristiano no vela solamente por su salvación, velamos,
trabajamos, nos esforzamos por la salvación de todos, somos llamados por Dios
para ser Evangelio que fermente, que de fruto, que sea redentor. Dios te ha escogido
a ti, a buscado tus manos para usarlas Él, tus píes, para que con ellos Él
llegue donde hay desesperación, tu voz, para que su Palabra llegue a todos los
rincones del mundo. Anímate, eres instrumento de Dios para la salvación de los
hombres. La Cruz
es servicio, entrega, amor, generosidad. Es darse a los demás. Aquí, a estas
alturas de la Cuaresma
tenemos que tener ya bien claro que en Cristo no valen los egoísmos.
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