LAS LEYES, SI NO ESTÁN EN LINEA DEL CORAZÓN, SON
NORMAS MUERTAS.
Comenzamos
a meditar este sexto domingo con el libro del ECLESIÁSTICO, que nos da la visión
de Dios acerca de lo que ha de hacer el hombre, y esto no es otra cosa que “escoger”,
tenemos luz y tinieblas, gracia y pecado, muerte y vida, amor y odio; de cómo actuemos
en la vida nos hará justicia el Dios del CIELO, así que esforcémonos en ser
fieles a Dios y en amar y respetar a los demás ya que Dios lo ve todo y no deja
sin castigo al mentiroso.
En
la 1ª Carta de San Pablo a los CORINTIOS, nos habla del mismo tema: esa
misteriosa sabiduría que Dios pone en el hombre sencillo, humilde, devoto, no
la sabiduría que busca el mundo, la de Dios, la que contempla las cosas que
Dios ama y el soberbio desecha, o simplemente inmersos en sus ambiciones ni
siquiera se plantean en contemplar aunque conozcan esta sabiduría de Dios, pues
cierto es que las Sagradas Escrituras están disponibles para sabios y para
necios, pero por la lógica pensamos que el necio no se molesta en buscar a Dios
pues piensa que la fuerza está en él y no procede ni de Dios ni de otro
conocimiento, solamente de él, por eso es necio.
Confiemos
en estas palabras que nos dan vida, amor, esperanza: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó,
ni el hombre puede lo que Dios ha preparado para los que lo aman”. Seamos
pues sabios, hermanos, es decir, usemos de ese conocimiento que está en nuestro
cerebro, no adquirido a base de estudio y de esfuerzo, y sí dado, depositado
por la fuerza Divina que nos hace distinguir entro lo que es bueno y malo, lo
que está bien y está mal, lo que Dios rechaza y lo que a Él le complace, esa
sabiduría que nos lleva a Dios, es camino hacia Él, es senda de amor, ilusión y
esperanza que el sencillo “descubre” solamente porque Dios inspira, alumbra,
ilumina, en fin: AMA.
En
el Evangelio de MATEO 5, 17-37, Jesús nos habla de este tema y nos apremia a
ser sensatos, prudentes, veraces. Que nuestra palabra sea UNA, nada de medias
tintas, no una respuesta a Dios tibia, gris, sin meditarla. Que lo blanco sea
blanco y lo negro sea negro, lo frío sea frío y lo caliente sea caliente; esa veracidad
que nos es necesaria pues Cristo es veraz, y así nos enseña en su Evangelio para
que lo seamos también nosotros.
Por
esta razón las palabras del Evangelio que escuchamos hoy sobre si tu ojo te
hace pecar: sácatelo, o si es tu mano: cótala, son palabras que nos invitan a
ser ciertamente “RADICALES” en el cumplimiento de la ley, y la ley es amor, por
tanto tenemos que ser radicales amando, amando de verdad, amando a todos sin excluir
a nadie, sin despreciar a otros por su color, raza, religión o capricho, y esto
la verdad es que cuesta, pero amar cuesta, amar es sacrificado, es doloroso
pero el resultado de amar de verdad, con todas las consecuencias, realmente
merece la pena.
Que
el Señor os colme de bendiciones, que paséis un feliz Domingo, día del Señor.
Cuando hablamos de ley divina pensamos en los Mandamientos que Dios nos impone por su autoridad y para que, cumpliéndolos, la convivencia sea posible entre los hermanos. Si los cumplimos estamos en paz con El; si no merecemos castigo. Jesús transforma esta ley para que sea compatible con los anhelos de paz, de fidelidad y verdad que Dios ha puesto en el corazón de nuestra conciencia moral. No es suficiente cumplir los preceptos ordenados, hay que merecer la plenitud del Reino para el que hemos sido creados. Que no se merece esto con el aborto, el divorcio, la guerra...allí no sirven las componendas...Ahora tenemos que empezar a vivir con estos criterios.Los maestros de la ley no nos sirven como modelos; el único Modelo al que debemos seguir es Jesús que habiendo vivido en la tierra, ha hecho presente entre nosotros el Reino de Dios.
ResponderEliminar¿Qué tal, Padre Pachi, la convalecencia de la catarata? Ana María y yo nos acordamos de tí y te mandamos un abrazo. MªJosé