LA ESPERANZA EN UNA VIDA MEJOR HA DE SER NUESTRO RETO.
El profeta Isaías nos anima a preparar caminos de amor y
esperanza en medio de nuestro pueblo, caminos que posibiliten el encuentro de
los hermanos, caminos de paz, de amor, caminos de esperanza. Esto lo lograremos
estando a la escucha de Dios y anunciando como heraldos de Dios desde lo alto
del monte que tenemos un Dios que viene a nosotros, que sale a nuestro
encuentro, que se hace carne en medio de nuestro mundo. Un Dios que no se queda
lejísimo allá en el cielo, un Dios que es cercano y viene a apacentar a su
rebaño, él nos reúne con su mano, y con sus manos nos lleva al hombro cuando
nuestras fuerzas nos fallen y cuidará de nosotros.
San Pedro en la segunda lectura nos habla del tiempo de Dios,
un tiempo distinto al nuestro, para el Señor un día es como mil años y mil años
como un día, lo que si es cierto que así como un día subió al cielo, un día
vendrá con toda su gloria para juzgarnos y darnos la recompensa merecida por nuestras
buenas obras.
San Marcos en el Evangelio nos presenta a uno de los grandes
protagonistas, junto a María, de este tiempo de Adviento, San Juan el Bautista,
quien con su manera pobre de vivir, con su desprendimiento, su entrega constante
va predicando un bautismo de conversión, pero a la vez indicando que detrás de
él viene el Señor, el Mesías que bautizará con el fuego del Espíritu Santo.
Que profundicemos en el conocimiento que nos da la Palabra de
Dios proclamada, y así como significamos con los cirios de la corona del
adviento, esta semana dos encendidos, que la luz del Señor nos va iluminando,
así nos dejemos convertir por la Palabra para que de verdad tengamos bien
dispuesto en nuestro corazón un pesebre para el Señor que quiere nacer en cada
uno de nosotros, en nuestros hogares, en nuestra Comunidad, en la Iglesia.
Que paséis un feliz Domingo día del Señor, lleno de paz de de
bendicionos para todos vosotros.
Fr. Francisco E. García, O.P.
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