“UN MESÍAS
QUE SE VACÍA PARA DARNOS VIDA PLENA”
“Tú eres mi Hijo, mi preferido, a quien amo”, son las
palabras que resuenan en nosotros en este día, que parece que nos han arrancado
de cuajo las fiestas de Navidad con esta fiesta del Bautismo, cuando
contemplamos a Jesús ya con treinta años.
Juan no hace otra cosa que anunciar lo ya anunciado por los
Profetas, muy concretamente por Isaías, que hoy escucharemos en la primera
lectura, cuando nos anima a fijarnos, a poner todos los sentidos en el “enviado
por Dios para ser el Salvador del mundo”.
Si nos quedáramos aunque solamente fuera con la primera
lectura ya habríamos sacado “tema” de meditación para largo tiempo pues
comienza diciendo que fijemos nuestra mirada en el Siervo, y ¿quién es este
siervo?, nos dejó claramente estas palabras: “No he venido a ser servido, he
venido a servir”. Él es pues el siervo en quien nosotros tenemos que fijarnos,
es nuestro modelo de vida, nuestro ejemplo a seguir, nuestro orgullo y nuestra
meta, Él y solamente Él.
Este Siervo vino en silencio en la fría noche de la Navidad.
Sin hacer ruido, sin gritar, sin imposiciones fue anunciando un Evangelio no de
conversión, como el de Juan el Bautista, su anuncio era más bien una nueva
forma de vivir, de ver la vida con otro color, de hacer las cosas con otro
sentido, de amar, pero amar hasta el límite, por encima de todo, por encima de
intereses, de perjuicios, de enemistades, un amor que todo lo abarca, lo
invade, lo penetra, un amor que te lleva quizás a la muerte y te entregas a ella
con alegría pues sabes que mueres por amor como nos dejó escrito nuestro
Maestro y como Él murió por todos y cada uno de nosotros.
Este cambio se puede dar en nosotros gracias a que siguiendo
al Profeta Isaías el Señor nos ha llamado con justicia, nos ha tomado de la
mano, luego no estamos solos, no caminamos el camino de nuestra vida en
soledad, por muy tristes y solos que nos encontremos, si miramos bien dentro
encontraremos que seguimos tomados de su mano.
Y por último el Profeta nos da la clave de la MISIÓN A LA QUE
HEMOS SIDO LLAMADOS: No es otra que hacer lo que el hacía, Ser ALIANZA, vivir
en unidad, luchar por la unidad, todo el que divide es del diablo, el que es de
Dios busca siempre la unidad; nos llama a ser LUZ DE LAS NACIONES, para vencer
la oscuridad, para que esta no reine, para que el mal no se expanda, para que
seamos antorchar o estrellas que guíen, que den seguridad, alegría, verdad,
contra tanta mentira, tanto odio y tanta violencia que tiene nuestro mundo.
Así podremos ser útiles ante tantos hermanos que viven en
cautiverio, aprisionados por la fuerza del mal, encadenados por el odio, y que
ansían la libertad verdadera que no es otra que la que nos ofrece Dios.
Por último, hermanos no olvidemos que nuestra aventura de
cristianos comenzó el día de nuestro bautizo, no desperdiciemos tanta GRACIA
que DIOS ha depositado en cada uno de nosotros, no echemos en saco roto lo que
con tanto sacrificio Jesús nos legó para que seamos en verdad felices y
viviendo esa felicidad que de Él procede alcancemos la VIDA ETERNA.
Que paséis un feliz Domingo, día del Señor, que vuestros
corazones estén repletos de la paz del Señor.
Fr. Francisco García, O.P.
Con el bautismo comienza una nueva etapa en la vida de Jesús. Quada lejos su infancia; su huida a Egipto, su vida sencilla en Nazaret que sólo la podemos intuir por algunas pequeñas referencias.
ResponderEliminarLo primero que hace es ir a buscar a Juan el Bautista que estaba anunciando la llegada de Alguien muy poderoso que bautizaria con el Espíritu Santo.Al recibir el bautismo de agua se produce una manifestación divina. El cielo se abrió...; se abre la frontera entre el mundo divino y el mundo terrenal Y Jesús es el responsable porque, aunque es un Hombre que vive entre los hombres, está lleno del Espíritu Santo. La voz del cielo revela su identidad y la misión de Jesús: Es el hijo de Dios y baja como Siervo del Señor, porque la voz del cielo evoca los cantos del Siervo que leíamos en el libro de Isaías. Él tomará sobre Sí los pecados del mundo. Y busca entre los hombres trabajadores, sencillos de costumbres para que le ayuden en su misión salvadora. Los Apóstoles fueron generosos ante la llamada de Dios. Pedro, Andrés, Juan y Santiago, ya conocían a Jesús pero respondieron a la llamada sin condiciones, sin reservas, sin cálculos. Jesús sigue buscabdo, nos necesita a todos y, muchos le responden con una entrega total en un celibato apostólico y Cristo será el centro de sus vidas. En medio de nuestro trabajo, de nuestros quehaceres, nos invita Jesús a seguirle para ponerlo en el centro de la propia existencia , para servirle en la tarea de evangelizar el mundo.. Desde el momentoen que nos atrevemos a poner a Cristo como centro de nuestra vida todo lo que hagamos quedará afectado por esa decisión. A partir de ahí, todo lo que hagamos nos sirve para nuestra santificación. Nuestro trabajo, realizado en la Presencia del Señor es oración...Cuando guiso, cuando plancho, cuando limpio la casa, si lo hago bien, lo estoy convirtiendo en una oración muy grata a Dios.¡ALABADO SEA DIOOS!