MI CUERPO QUE LO ENTREGO POR VOSOTROS. MI SANGRE QUE ES
DERRAMADA PARA VUESTRA SALVACIÓN. OH SAGRADO BANQUETE QUE NOS DEJASTE COMO
MEMORIAL DE TU PASIÓN Y REGALO DE AMOR.
Con razón hoy estamos llamados al amor fraterno, al amor de
los más necesitados, a la generosidad sin mezquindad, pues celebramos el amor
de un Cristo que se da en totalidad para nuestra felicidad con la ardiente
esperanza que cada uno de nosotros seamos capaces de hacer lo mismo. Ya no es
que nos urja a dar, a ser generosos, nos urge a darnos en totalidad, con la
misma intensidad y fuerza con la que él se dio por cada uno de nosotros. Nos
damos no para ser mejores cristianos, o más auténticos, nos tenemos que dar
para ser otros cristos en este tiempo presente, tan carente de valores y de una
entrega generosa, es un tiempo apático, carente de generosidad, no hay
vocaciones ni al servicio de Dios ni al de la Patria ni siquiera al servicio de
los necesitados. Todo es sequía, pasotismo, egoísmo, olvido y abandono y el
cristiano tiene que decir ¡basta!, ¡aquí estoy yo, Señor, para hacer tu
voluntad!.
En la antigüedad era la Sandra de los machos cabríos y las
cenizas de los sacrificios de animales quienes tenían el poder de consagrar a
los hombres, devolviéndoles la pureza externa, nos dice la segunda lectura de
la carta a los Hebreos, cuanto más Cristo que se entregó por nosotros a la Cruz
podrá purificarnos y llevarnos a un culto del Dios vivo. La celebración de la
Santa Misa, del Sacrificio de Cristo, el recibir su Sacratísimo Cuerpo y
Sangre, nos tiene que transformar, hacer nuevos cada día, ayudarnos a
perseverar en la VERDAD del Evangelio de Jesús, y en estos tiempos complicados,
a TESTIMONIAR, esto solamente es válido si es desde el amor ya que Dios es amor
y todo lo que sea esforzarnos en amar sinceramente será asemejarnos más a un
Dios que nos ama por encima de todo y ha puesto su confianza en nosotros.
Que este Cristo que se nos da: -Tomad, esto es mi cuerpo. –Esta
es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Sea para nosotros
motivo suficiente para adherirnos a esta Alianza Sacramental que nos ofrece y
nos proporcionará la salvación eterna. Ya que nos ha dicho: “El que no coma mi
cuerpo y beba mi sangre no tiene parte conmigo”. Gracias Señor por mostrarte
tan cercano a nosotros que te haces presente en algo tan común y cotidiano como
puede ser el pan y el vino, milagro de amor que por ser tan generosamente
inmenso en ocasiones pasamos de largo ante él y no apreciamos en totalidad lo
mucho que para nosotros tiene que significar.
Hay personas que escuchan noticias de un “milagro” o de una “aparición”
y marchan raudos a presenciar el acontecimiento, y resulta que en la Misa
tenemos todos los días el milagro de los milagros y no corremos para participar
y presenciar con profundo fervor y devoción acontecimiento tan grandioso. Que
no malogremos nuestra vida en cosas sin importancia y dejemos a un lado lo que
verdaderamente tiene que tener mayor significado para nosotros. Que con
nuestras obras de amor y generosidad nuestra vida entera cante al amor de los
amores, cante al Señor de la Eucaristía.
Feliz domingo del Corpus.
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