“Estaba yo
en el vientre y el Señor me llamó”
Las palabras del Profeta Isaías se
hacen realidad en la vida de Juan el Bautista, en la VIDA que comienza desde la
concepción, no la vida que comienza con el nacimiento, ya que la llamada de
Dios al Bautista comienza con dos mujeres que todavía no han dado a luz a sus
hijos.
El Ángel del Señor se presentó a
María y ésta concibió por obra del Espíritu Santo. Entre las palabras del Ángel
estaba: “Ahí tienes a tu pariente Isabel, que siendo ya mayor ha concebido en
su vientre y ya está de seis meses la que llamaban estéril”
Atenta a todo lo que el Ángel del
Señor dice, terminada la aparición del Ángel, María, sabiendo que su prime
estaba embarazada y por tanto torpe para realizar los trabajos de la casa,
acude presurosa a ayudar hasta que nazca el niño y ya la madre pueda atender
los asuntos del hogar.
Es en este encuentro, cuando la
Virgen llama a la puerta de Isabel y ésta se percata del brinco de júbilo que
su hijo da dentro de su vientre, este brinco no es otra cosa la aceptación de
Juan, que aún no ha nacido, de la presencia de Jesús, ya en su comienzo de
embarazo en el vientre de la purísima Virgen María. Ante esta presencia de
Jesús sin nacer aún ciertamente Juan puede clamar dentro del vientre de la
madre: “Te doy gracias, porque me has
escogido portentosamente”, son las palabras que nosotros repetiremos en el
Salmo Responsorial.
San pablo, en la segunda lectura
nos hace ver en pocas líneas como Dios tenía un buen plan para la salvación del
mundo. Desde David hasta Jesús, que es de su propia casa y familia, por los
profetas y principalmente por Juan el Bautista anuncia a todo Israel esta
Salvación. Juan es el Profeta escogido por Dios para preparar el camino al
Señor.
El Evangelista Lucas nos muestra lo
que sucedió a los ocho días del nacimiento de Juan, en el rito de la
circuncisión, que es cuando se le da el nombre a la criatura, pero que a la vez
nos anima a recordar el episodio completo que comienza con la Anunciación y la
Visitación y que significó para los lugareños que ese niño que ponen por nombre
Juan estaba llamado por Dios para ser alguien muy importante y esa importancia
radica en ser el Precursor, la voz que anuncia la llegada del Mesías, el que prepara
el camino al Señor y lo presentará unos treinta años más tarde.
Que San Juan Bautista, el hombre
más grande nacido de mujer, nos anime a preparar nuestros corazones cada
domingo para recibir al Señor con respeto, con fe y con dignidad y a mostrárselo
también, como hizo él, a los demás con las acciones cotidianas de nuestro
diario vivir. Que paséis un feliz domingo, día del Señor.
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