jueves, 15 de mayo de 2014

V Domingo de Pascua. Ciclo A.

Dios nos da, después de la tormenta una nueva esperanza.

"Nadie va al Padre, sino por mí"


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6,1-7:

“La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe”.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2,4-9:

“ Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa”.

Lectura del santo evangelio según san Juan 14,1-12:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.»

El camino para llegar a Dios pasa por la Cruz.

El camino, la verdad y la vida:

La Comunidad va creciendo, el Espíritu Santo obra y va avivando y las persecuciones iniciales han provocado esa expansión casi mágica, milagrosa, el Evangelio de Jesús corre de pueblo en pueblo, los Doce no son suficientes para atender a todos los convertidos en todas partes.
Se trata ya de “Un pueblo nuevo, una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada”, Cristo hace nuevas todas las cosas, comenzando por el corazón de las personas.
Estos días nos aflige la noticia de lo acontecido en León. Y lo más triste es que no fue un arrebato de momento, ha sido algo pensado, rumiado por días, por meses, por años… y uno se pregunta como el odio, el rencor pueden anidar en el corazón del ser humano de esta manera. La respuesta la tenemos en el Evangelio. Si no dejamos sitio al Señor, si no estamos con Él, si no prestamos mucha atención a su Palabra entramos en una dinámica no ya de CAMINO, que es el mensaje de su Evangelio de hoy, entramos en una dinámica de laberinto, de caminos sin destino, de puertas cerradas, de una brutal y total soledad donde nadie cuenta, a nadie se le escucha, nadie tiende su mano, ni para suplicar ayuda ni para darla.

 Escribe José Antonio Pagola:  “ -Yo soy el camino-. El problema de no pocos no es que viven extraviados o descaminados. Sencillamente, viven sin camino, perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.
Y, ¿qué puede hacer un hombre o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿Adónde puede acudir? Si se acerca a Jesús, lo que encontrará no es una religión, sino un camino. A veces, avanzará con fe; otras veces, encontrará dificultades; incluso podrá retroceder, pero está en el camino acertado que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.
“Yo soy la verdad”. Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. No todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de la realidad
Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús es el camino que nos puede abrir a su Bondad.
“Yo soy la vida”. Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de vida nueva”.
Estas palabras de Jesús nos tienen que hacer pensar sobre nuestra misión como CRISTIANOS: Ser cristiano no es ser cualquier cosa. El cristiano tiene que llevar en su vida cantidad de SEÑALES, como esas que nos encontramos en nuestro recorrido en la vía pública y tanto bien nos hacen para llegar a nuestro destino, sobre todo cuando caminamos por lugares desconocidos. Si nuestra vida no es señal, presencia, cercanía de Cristo para el otro algo serio está fallando en nosotros. Ya no se trata si soy cura, fraile, monja, religiosa o laico, se trata si soy verdaderamente cristiano o no lo soy, si tengo señales o me guardo esas señales en lo escondido de mí y me cierro a la salvación del otro, del prójimo. Un cristiano cerrado a la salvación del otro nunca podrá salvarse. El egoísmo es el camino más alejado del Evangelio de Jesús, nos salvamos en racimo, en familia en Comunidad. No puedo estar pendiente de mi salvación hasta el punto de que no me importe la salvación del que hace el recorrido de la vida junto a mí.

Si damos con este saber mostrar ese Camino que es capaz de llevar al hombre a la vida de AMOR por tanto a la vida de la felicidad entonces estaremos encaminando a nuestros semejantes a que descubran junto a nosotros esa VERDAD PLENA que sólo la podemos encontrar en Él, aquí no cabe la media verdad, mucho menos las mentiras y los embustes, aquí estamos encaminados, somos peregrinos hacia la plenitud que es Él. Y Él nos da la VIDA. CAMINO, VERDAD Y VIDA. Fuera de Él solo hay oscuridad y muerte, con Él Vida Plena, eterna. Una experiencia de vida que te llena, te abarca con su luz, no es esa oscuridad que te deja el pecado, ese desasosiego que te hace bacilar, ese estado que hace que tus pasos no se encaminen a ninguna parte. Lo acontecido en León y en tantos sitios, no nos engañemos, no es algo propio de esa persona que apretó el gatillo, es un mal, una enfermedad de nuestra sociedad, una sociedad que tiene que curarse, que está enferma, que precia urgentemente sanación, ¿o a caso no empiezan las noticias de cada día como si nos estuvieran leyendo aquel famoso y antiguo periódico que se llamaba “El Caso?. Sí. Para encontrar esa sanación solo en Él; es decir: CAMINO, VERDAD Y VIDA.

Calzada Romana, camino de muchos siglos (Cantabria).

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