miércoles, 13 de febrero de 2013

EL AYUNO QUE DIOS QUIERE:





Dios, ya en el Antiguo Testamento dice al hombre que tipo de ayuno le complace: “Abrid las mazmorras de los cautivos, repartir el pan con los pobres…”. No se trata de dejar de comer para mortificar el cuerpo humano, que en muchas ocasiones ya lleva con los achaques de la vida demasiadas mortificaciones, se trata más bien de usar la razón y ver que puedo yo dejar de consumir, para así ver que puedo yo compartir con el necesitado.
Lo mismo pasa con la costumbre de la abstinencia de no comer carne en el día de hoy y todos los viernes de la Cuaresma.
 También aquí usemos la razón, quizás en una familia pobre de recursos, no encuentren otra cosa para el puchero que un muslo de pollo, sin embargo pueden dirigir su abstinencia en dejar el cigarro si tienen el vicio de fumar o dejar la botella de vino. Siempre encontrarás algo que puedas dejar pero no dejar por dejar, sino dejar para compartir algo con aquellos que tienen menos en su mesa de lo que tú tienes, que siempre les hay.
Lo que no tendría ningún sentido es dejar de comer carne, que encuentras en la plaza del mercado a un precio relativamente económico e irte al puesto de la pescadería y comprarte una hermosa langosta, que como es pescado “si entra en lo establecido como abstinencia”, pues no, no tiene lógica, lo propio es irte hacia una comida humilde y un compartir en el amor y la caridad con los que no tienen, o simplemente la comida que acostumbras a comer en tu casa con tu familia “mermarla” sacando de ella un plato abundante y llevárselo al mendigo que está en frente de tu casa, en la esquina, para que hoy día de ayuno, él que se ve obligado la mayor parte de los días a ayunar por falta de recursos  coma abundantemente y caliente, y sacie su hambre por la generosidad del cristiano que comparte su pan en la caridad y el amor fraterno. Así nuestros ayunos y abstinencias tendrán sentido ampliamente cristiano. El secreto es COMPARTIR.


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