En la “BIOGRAFÍA
Y EXPERIENCIAS DE UNA VIDA” que escribiera hace años el tan santo e
ilustre dominico P. Gonzalo Pérez Lobato, O.P., y que yo transcribí según él me
iba dictando y que vivió de primera mano todo lo acontecido en Almagro en el
año 1936 y años siguientes, se narra lo que aparece en la tan deseada de ver en
Granada película “BAJO UN MANTO DE ESTRELLAS” de Oscar Parra de Carrizosa.
Ciertamente considero de gran valor para la cultura y para la historia que
surja en este tiempo concreto, donde parece que solamente se quiere recordar y
valorizar otra etapa de nuestra desdichada historia que se de a mostrar de
alguna manera lo que aconteció, no solamente con los Dominicos, y sí con todas
las Ordenes y Congregaciones religiosas, masculinas y femeninas en aquellos
años funestos del final de la República Española y principio de la Guerra Civil española.
Pero desde esta Biografía pareciera urgente y hasta necesario denotar
una gran laguna, una falta que grita, clama, alza la voz diciendo: ¿Y nosotros,
que?, y es la otra parte. La parte de aquellos que no murieron en Almagro, pero
que vivieron un calvario en ocasiones quizás peor que la misma muerte, que
llega y termina, pues para aquellos que tenemos fe sabemos muy bien que es un
paso, un paso de esta triste y terrenal vida a una dichosa y eterna en el
Cielo, junto a Dios y a aquellos que nos han precedido, y por qué no, junto
aquellos que nos han perseguido, masacrado, arruinado las ilusiones y las
esperanzas o que incluso nos han dado muerte, sí, que nadie se escandalice, yo
espero y espero de corazón que todos aquellos que mataron a mis hermanos
Dominicos, que persiguieron con saña, que hicieron sufrir lo insufrible estén
junto a ellos en el cielo gozando de la misma paz y Dicha que los Mártires,
pues estos murieron perdonando, y este perdón es un DON de Dios, y si ellos
perdonaron siendo simples mortales, ¿Qué no hará nuestro Padre del Cielo si es
entre otras cosas Padre de perdón, de amor y de misericordia?.
Pues digo que es una pena no contar con una segunda parte, sí, con la
historia de los de menos de 18 años que no murieron y de Almagro salieron para la Cárcel Modelo de
Madrid, sí, niños en la Cárcel
Modelo , niños que lloraron, sufrieron la incertidumbre de
escuchar cada mañana la lista de infinidad de nombres de religiosos y
sacerdotes, que abarrotaban la cárcel de manera que no habia espacio para
acostarse en el suelo, según contaba el P. Gonzalo, que salían de la cárcel
para ser fusilados y entraban muchos más, niños que aguardaban su muerte sin
esperanza, niños que vivieron esos días de un terror tan grande que es difícil
poder describir en estas líneas o en la mejor de las películas.
La salida de la cárcel Modelo de Madrid fue un leve alivio, pues ya
tenían anunciado que iban presos a Valencia, y la esperanza de sobrevivir se
vio muchas veces troncada con la experiencia del viaje, donde les bajaron de
los camiones en distintas ocasiones para que vieran la cantidad de curas
asesinados en las cunetas de la carretera, y atemorizaron con que les pasaría
lo mismo si sorprendían a alguno de estos niños rezando el Rosario, cosa que
por supuesto hacian todos ellos no una vez sino infinidad de veces cada día y
cada noche. Pero el colme del terror fue llegando ya a Valencia la noche que
les “hospedaron” en un colegio de Hermanos de la Salle , donde ni siquiera se
molestaron en apartar de la vista de los niños los cadáveres de los Hermanos
que estaban regados por patio, escaleras, pasillos y habitaciones.
La experiencia vivida fue tan terrible que en el bando de los
Nacionales se puso como consigna liberar cuanto antes Valencia para salvar a
los niños de Almagro. Pero en lo que eso llegó muchos de ellos cumplieron los
18 años, El P. Gonzalo pasó a trabajar en un hospital pues muy listo él se
libró del servicio militar en la zona Republicana, pero otros que no lo
lograron, como Fr. Daniel, murió por Cataluña al intentar pasar de la zona roja
a la de los nacionales.
Sí, la verdad que da para una película, triste, pero una gran película,
pues todo no terminó con el martirio de Almagro, por desgracia siguió, y siguió
mucho tiempo aún.
Con el recuerdo siempre en el corazón de aquellos mártires de otra
manera y con mi encomienda a ellos que desde el Cielo velan por nosotros. Fr.
Francisco E. García Ortega, O.P.
Granada, 4 de Marzo de 2014.
Aquí
narra el P. Gonzalo todas las peripecias que sufrió él y sus compañeros en su
"peregrinación hacia el final de la guerra civil española. Dignas de
mantener en la memoria pues forman parte de la Historia. Otro
Documento es el presentado a Roma con motivo de la Causa de los Mártires, donde
hay muchos testimonios, pero uno de los más elocuentes es el narrado por el P.
Gonzalo, aunque también figura el del P. Ramón, que se salvó de la muerte por
"cortesia" del alcalde de Almagro, que de niño jugaban juntos y más
de una vez comía en casa de sus padres y aunque los de la CNT quisieron por todos los
medios darle muerte el Alcalde le sacó a Madrid y de allí se libró de sus
perseguidores.
En
el momento de la separación de los Mártires del resto de los frailes jóvenes
menores de 18 años, un joven fraile de los que mataron le entregó un crucifijo
al P. Ramón para que cuidara y velara por su hermano, de 17 años que quedó con
vida, ese crucifijo lo tenía el P. Ramón en el Rosario de su hábito, cuando
este murió, a mí que me tocó amortajar al P. Ramón, le puse uno de sus hábitos
y la correa con el Rosario, como tenía que ser, pero sin saber que la cruz del
Rosario era una gran y apreciada reliquia de los Mártires, así que termino en
el panteón de los Dominicos de Jerez de la Frontera , con los restos del P. Ramón.
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