Que alegría
hoy para el Cielo y la Tierra
con esta nueva SANTA, que grande, que magnífica, que apoteosis de hazañas de
amor y de misericordia realizadas a través de toda una vida entregada a los
pobres más pobres, a esos pobres de solemnidad, que aunque algunos no
apreciaran tu calor, tu dulzura, tu ternura, quizás por el hastío a este mundo
nuestro tan injusto que les arrojó a la cuneta, otros, muchísimos, en cambio,
seguro sintieron la ternura de Dios en tus manos, en tus palabras, en tu
acogida y tus atenciones.
Hay que ver
como es Dios. Que cercanía la suya que se nos manifiesta en la
pequeñez humana y esta figura no desconocida para nadie en este s. XX tan
cargado de horrores, guerras, crueldades, ese rostro, esas manos cargadas de
arrugas son, han sido y serán para todos los tiempos manifestación visible y
palpable de la
Misericordia de Dios y su rostro más que nunca “a imagen y
semejanza”.
Por eso démonos cuenta ya de una vez que la grandiosidad de Dios
se manifiesta en la bondad del hombre, del hombre que ama, el hombre y la mujer
que se da, se entrega, del hombre y la mujer que es generoso, hombres y mujeres
en su totalidad, en su plenitud. Que diferencia entre tanto político usurero y
mediocre que nos rodea, entre tanto egoísta que solamente amasa para él y pasa
del desvalido, y en ocasiones tantos y tantos en nuestra amada Iglesia que
equivocan el verdadero camino y quieren enseñar desde una vida pomposa el
rostro de un Dios que por más que se empeñen en señalar no se atisba señal de Él
alguna.
Muy bien Madre Teresa, tú no has tenido que pasarte media vida
entre libros pesados de leyes eclesiásticas y códigos fríos que no llenan el
corazón de tantos, no has tenido que subirte a lujosos púlpitos con lujosos
ropajes para hablarnos de la
Cercanía de un Dios que no le gusta el “Trono” del cielo y sí
estar como decía tu amiga la otra Teresa “estar entre los pucheros”. Tú nos has
dado la mejor cátedra de Teología en este tiempo que viviste en este mundo, tú
nos has mostrado con toda claridad el camino a la santidad.
Santa Teresa de Calcuta, ruego por nosotros.
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