miércoles, 13 de febrero de 2013

LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI SORPRENDE AL MUNDO ENTERO





Comunicado del Santo Padre a toda la Cristiandad:
Queridísimos hermanos,
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.

Vaticano, 10 de febrero 2013

BENEDICTUS PP. XVI

En estos días la noticia que sobresale y a la que las Tvs. y la prensa del mundo entero han dedicado más páginas y tiradas especiales es a la renuncia el Papa Benedicto XVI a su misión de Pastor de la Iglesia Católica.

Con su renuncia pone de manifiesto su sentido de responsabilidad, sentido de Iglesia, valor personal, valentía sin límites y sobre todo su gran humildad marcada con un despego al poder y sí un gran amor en el servir que tendía que ser la envidia de muchos políticos de nuestro país y del extranjero.



Según mi parecer, el hecho de verse privado por problemas de salud,creo que habrá pesado mucho en esta decisión el gran amor que siente por la Juventud del mundo entero, y según se ha manifestado se vería privado de poder realizar su viaje a Brasil para encontrarse con los jóvenes, así como lo hizo el año pasado en Madrid. Y si el Papa por enfermo y anciano no puede asistir, asistirá uno sano y más joven.


¿Qué va a pasar?

Pues que la Iglesia, guiada siempre por la misteriosa fuerza del Espíritu Santo nos pondrá al frente de ella un Papa que sea el Pastor que este Siglo XXI necesite, y que con gran acierto, coraje y valentía Benedicto XVI encaminó a la misma en los inicios del siglo presente.

Cuando el día 28 quede la Iglesia en “Sede vacante” y comiencen a llegar a Roma los Cardenales de todo el mundo y de comienzo el Cónclave, dejemos y pidamos al Señor que sea su fuerza y no nuestros gustos y caprichos quien decida en que hombre quiere que recaiga el peso para el Pastoreo de su Rebaño, Y todos unidos en amor fraterno, unidos al nuevo Pontífice trabajemos por una Iglesia abierta a los graves problemas de nuestra moderna sociedad y no anclada en el pasado.

  Mientras tanto, al Obispo Emérito de Roma, quien fuera Benedicto XVI, que Dios le conceda muchos años de vida para que pueda seguir escribiendo y orando por la Iglesia, desde su retiro monástico, hasta que el día de su muerte retorne a nosotros otra vez como Benedicto XVI y como tal reposen sus restos en la cripta del Vaticano.

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