Un rey moribundo entrega a su hijo el príncipe un zafiro como la joya de más valor material y sentimental en un precioso cofrecito de oro.
Muerto el rey, el joven rey para poder tener cerca de su corazón la joya que su padre le entregara mandó al joyero del reino que colocase un engarce y pusiera una cadena de oro, así la tendría al cuello y cerca del corazón.
Un mal día al asomarse a la almena para despedir a unos amigos se le calló la cadena con el zafiro y la joya se dañó, se hizo una fea grieta de abajo a arriba que hizo que perdiera su valor.
Desesperado el rey mandó dar una gran recompensa al joyero que reparase la joya, pero nadie sabía o podía hacerlo.
Un día se presentó ante el rey un sabio y santo monje solicitando la joya pidiendo al monarca que se la dejara durante tres días y él la arreglaría.
Desconfiado el rey de que el monje pudiera lograr lo que los mejores joyeros de distintos reinos no habían logrado amenazó al monje de que si dañaba la joya más de lo que estaba le mandaría ejecutar, pero el monje afirmó al rey que sabía y podía arreglar la joya.
A los tres días en monje entregó la joya al rey en presencia de su corte, y todos se quedaron asombrados, no parecía la joya rota, ahora tenía más valor que antes, ahora era más preciosa.
El monje había profundizado la grieta grande y había grabado un tallo, en las grietas pequeñas profundizadas había grabado hojas, y en la parte superior había grabado una hermosa rosa.
El rey satisfecho manda dar la recompensa al santo monje, pero este dijo al rey, sabiendo que no tenía fama de hombre piadoso ni buenas costumbres cristianas:
“Guárdate tu oro, Rey, pero aplícate esta lección: lo que yo he hecho con tu joya es lo que Dios hace contigo y con todas las criaturas. Para Dios tu y todos los hombres somos una joya de gran valor, hermosa, preciosa, sin igual, pero el pecado daña esta joya y hace que quede fea, sin valor, sin hermosura.
Pero nuestro Redentor que es el gran restaurador de la fealdad del pecado por su gracia y su amor a la humanidad da a quien se arrepiente toda su gracia y esa joya dañada por la maldad es restaurada y brilla en ella un esplendor tan inmenso que hace al hombre nuevo.
En ocasiones no valoramos suficientemente el don de la Redención , ni al Redentor, la vida nos transforma de tal manera que nuestro corazón de carne se transforma en corazón de piedra. Poco apreciamos el sacrificio del Cordero Inmaculado inmolado en una Cruz por los pecados de la humanidad. Y menos aún valoramos los Sacramentos que restauran al hombre las fealdades que deja en su alma el pecado.
Pero también es cierto que esta apatía que vive la humanidad en este tiempo presente no solamente daña a quien se aparta de la Gracia de Dios, sino que daña a la humanidad entera.
Los graves acontecimientos que vivimos son consecuencia de este alejamiento del hombre de Dios. Sin Dios el hombre se deshumaniza, deja de ser lo que está por gracia llamado a ser, y como consecuencia cae en una espiral de violencia y de pecado que ya por desgracia no nos sorprende a nadie, y hasta vemos como cosa de la rutina o de la costumbre los crímenes horrendos que leemos en la prensa o que con no poca carga de morbo una y otra vez resalta la Tv. Por activa y por pasiva.
Ante esta carga social del mal que parece se esfuerza en arrasar todos los valores cristianos y humanos, uno se ve como impotente, y da la callada como respuesta ante el interrogante que nos ofrece la vida.
Pero el silencio no es respuesta, y más que nunca nuestro mundo necesita una respuesta clara y contundente que lleve a nuestra sociedad a ver la necesidad de plantarse y hacer frente a nuestros males.
Pero, ¿Quién dará esta respuesta?, o ¿cómo se puede dar?.
No se trata de discursos, ya se ha dicho mucho, se trata de una respuesta de amor, un rebrotar de amor que lleve al hombre a recobrar la esperanza y la dignidad perdida por causa del mal.
Nos urge dejar que el amor de Dios penetre en nuestro corazón para que seamos semillas que germinen sanadoras en los corazones.
No te dejes llevar por la corriente, condúcete por el camino del amor y transfórmate, entonces otros te seguirán, el mundo está sediento de líderes, en todos los niveles.
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