Fray Luís de Granada, hombre da fe y sabiduría que supo agradar a Dios con su estudio para contemplar y su predicación, para dar el fruto de lo contemplado.
Dice
el Catecismo de la Iglesia:
“El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe estar
obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es
voluntario por su propia naturaleza. Dios llama a los hombres a servirle en espíritu
y verdad. Por ello, quedan vinculados por su conciencia, pero no coaccionados…”
Por
eso nos es dado como condición para salvarnos el tener fe, el Creer en Cristo
el Señor y en Dios Padre que le envió a nuestro mundo para salvarnos.
Sabemos
los que formamos parte de la
Iglesia que Dios ha puesto unas VIRTUDES, que son DONES
gratuitos que recibimos de El, y que
necesitan ir creciendo en nosotros, pues si no crecen se quedan enquistados, sin
vida, sin fuerza, sin acción salvadora; y lo mismo que nosotros crecemos, la fe
tiene que ir aumentando en cada uno de nosotros, y nó solamente creciendo,
también necesita purificarse, limpiarse, lo mismo que el trigo es cribado para
sacar las asperezas y demás cosas que no sean trigo, así nuestra fe ha de
purificarse para que quede limpia y pura, y nos lleve por el Camino que Dios
quiere para cada uno de nosotros y nos conduzca al cielo.
Iglesia de Santo Domingo de Granada, donde oró y contempló el gran dominico Fr. Luis de Granada
Como
diría Fray Luis de Granada, somos una bonita obra de Arte, pero esa obra de
arte no está terminada, y no está terminada por la pereza de un Dios
misericordioso, sino por el AMOR de este Dios creador, que nos da la libertad
para que cada uno de nosotros seamos los artífices de lo que ese “cuadro de
nuestra propia vida” llegue a ser al final de nuestro camino. La obra está en
nuestras manos, las pinceladas han de ser nuestras, Dios ya ha puesto la base,
a nosotros nos toca completar dicho cuadro, Escuchemos lo que nos dice Fray Luis de Granada:
"Sacareis aguas con gozo de las fuentes de la salvación". Sagrario de Santo Domingo, de donde se pueden sacar esos abundantes manantiales de gracia que sacien la sed de tonto sediento, como supo hacer Fray Luín de Granada.
“Si
un pintor, acabando de pintar una imagen, dejase por acabar los ojos, y aquella
imagen sintiese lo que le falta, ¿Qué haría? ¿A dónde iría? No iría, cierto a
casas de reyes ni príncipes, porque ésos, en cuanto tales no pueden satisfacer
a su deseo, sino irse hía a la casa de su maestro y suplicarle hía la acabase
de perfeccionar. Pues, ¡oh criatura racional!, ¿Qué otra causa es la tuya sino
esta?. No estás aún acabada de hacer. Mucho es lo que te falta para llegar al
cumplimiento de tu perfección. Apenas está acabado el debujo. Todo el lustre y
hermosura de la obra queda por dar. Lo cual muestra el apetito continuo de la
misma naturaleza que como quien se siente necesitada, no reposa, siempre está
piando y suspirando por más. Quiso Dios tomarte por hambre, y que las mismas
necesidades te metiesen por sus
puertas y te llevasen a El. Por eso no te quiso acabar dende el
principio; por eso no te enriqueció dende luego; no por escaso, sino por
amoroso; no porque fuese pobre, sino porque fueses humilde: no porque fueses
necesitado, sino por tenerte siempre consigo. Pues si eres pobre, y ciego, y
menesteroso, ¿por qué no te vas al Padre que te crió, y al pintor que te comenzó,
para que él acabe lo que te falta?. Tus manos hicieron todo lo que hay en mí.
Clarifica Señor los ojos deste ciego DESDE SU NACIMIENTO para que con ellos TE
CONOZCA y así se acabe lo que comenzaste en mí”
(Fr.
Luís de Granada; Guía de Pecadores).
La Gloria de la Orden no es otra que el amor y la santidad de sus miembros
Unidos
al espíritu que nuestro Pastor Benedicto XVI nos ha querido transmitir con este año
de la Fe,
busquemos con ahínco el aumento de nuestra fe, para que nuestra alma, saciada
del amor divino pueda llegar a la casa del cielo. Que seamos conscientes que
las tentaciones del enemigo quisieran muchas veces que esta obra de Dios que
somos cada uno de nosotros colgase en ricos y placenteros palacios, en esas
paredes totalmente y espantosamente frías, para así impedir nuestro verdadero
destino.
Ya
lo decía el buen Obispo de Hipona, San Agustín, de manera abreviada: “Nos
creaste Señor para ti, y nuestra alma estará inquieta hasta que no retorne de
nuevo a ti”
Claustro del Convento de Santa Cruz la Real donde estudió Fr. Luis de Granada.
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