TRIDUO PASCUAL:
JUEVES SANTO:
La liturgia:
Recordamos
esta tarde festiva y gozosa la
Institución de la Eucaristía. Jesús
quiso quedarse él mismo como Sacramento de salvación para todos los hombres.
Este deseo de Jesús, según nos narra la misma Palabra de Dios, cuando lo
expresó el Señor a muchos alejó, pues es complicado de entender. “El que no
como mi carne y bebe mi sangre no tiene vida en mí”, “Mi carne es verdadera
comida, mi sangre es verdadera bebida”.
Si
no nos acercamos a este Sacramento no podemos decir que somos del Señor, que
estamos con él, para estar con él y él esté en nosotros tenemos que participar
de la COMUNIÓN,
tenemos que recibir su Cuerpo y Sangre, tenemos que comulgar. Pero no de
cualquier manera, tiene que haber en nosotros una actitud humilde al acercarnos
a él. Esa actitud queda plasmada también en esta tarde en el lavatorio de los
píes. Una lección de servicio, el hombre que sirve al prójimo con actitud
humilde ese agrada al Señor, “El que se humilla será ensalzado, el que se ensalza
será humillado”.
En
esta celebración destaca el lavatorio de los píes. Con este gesto el Señor nos
indica cual ha de ser nuestra actitud ante el Sacramento de la Eucaristía y ante la
vida misma, no podemos ir de sobrados, para acercarnos a Dios tenemos que ir de
sencillos, de poquita cosa, pues sólo Él es Señor, sólo Él llena todas las
cosas, llena nuestro mundo. Nos hacemos grandes en la medida que
voluntariamente nos empequeñecemos, en la medida que somos servidores de los
demás.
Al
finalizar la Misa
solemne de este Jueves Santo se procede a la traslación del Santísimo Sacramento al Monumento” donde quedará
para nuestra adoración hasta la celebración de los Oficios del Viernes Santo.
El mensaje:
Este
día es un canto al Señor, él es el amor de los amores, el que se nos da como
comida, alimento para nuestra salvación. Poco vale nuestra vida si esta no está
impregnada de aquel que se da por nosotros, poco valemos como personas si no
somos capaces de adentrarnos en el misterio de la Salvación de los
Hombres, y ese misterio pasa por reconocer, recibir, comer el Cuerpo y beber la Sangre de nuestro Redentor,
para por la Eucaristía. Poco
sería nuestro aprecio al Redentor si un día como hoy todo nuestro fervor se
quedara en contemplar por las calles de nuestras ciudades tal o cual procesión
y no nos acercáramos al Templo para participar de la Eucaristía, no a “oír la Misa”, a VIVIRLA, a
participar de ella, en ese diálogo que es la mejor oración, a ver que nos dice la Palabra proclamada, como
llena nuestra vida y nos motiva para tener fuerza, valor, ánimo para acercarnos
a la Mesa y
participar de la COMUNIÖN,
y hacerlo con respeto, con dignidad, con devoción, no es un trozo de pan lo que
ponen en tu mano es el Cuerpo de Cristo, un cristo VIVO que encierra toda su
fortaleza, su persona, su divinidad, un Cristo vivo que viene a ti en la
humildad de la apariencia del pan y del vino, pero que viene para VIVIFICARTE,
para hacerte más cercano a él, más lleno de él, para animarte a ser otro Cristo
en este nuestro tiempo que con tu vida te des a los demás, te entregues con
amor por ellos y para ellos allí donde estén, donde te necesiten, si no le
tienes a Él no tendrás la fuerza necesaria para ser Él en tus palabras y en tus
acciones.
El centro de todo el mensaje que el Señor nos tramite en este día de Jueves Santo no es otro que el de "amaos los unos a los otros como yo os he amado" y el centro de nuestra vida TIENE QUE SER: "cumplir este Mandato Divino", pues en eso consiste nuestra felicidad aquí en la tierra y nuestra dicha futura en el cielo, sin este cumplimiento NO HAY CIELO PARA EL HOMBRE.
El centro de todo el mensaje que el Señor nos tramite en este día de Jueves Santo no es otro que el de "amaos los unos a los otros como yo os he amado" y el centro de nuestra vida TIENE QUE SER: "cumplir este Mandato Divino", pues en eso consiste nuestra felicidad aquí en la tierra y nuestra dicha futura en el cielo, sin este cumplimiento NO HAY CIELO PARA EL HOMBRE.
VIERNES SANTO:
La Liturgia:
Da
comienzo esta celebración –no es una Misa- con una entrada simple, sin cantos,
sin monición, pero a la vez emotiva, con una postración ante el altar desnudo,
sin velas, sin flores, sin manteles y con una oración que se hace directamente
sin anunciarla con la palabra “oremos”. Terminada la oración comienza la 1ª
Parte: LA
LITURGIA DE LA PALABRA: Donde después de escuchar al Profeta
Isaías,52,13; 53,12, el Salmo 30 y la carta a los hebreos, 4,14-16; 5, 7-9 se
lee la Pasión
según San Juan y a continuación la homilía. A continuación se hace la oración
universal, una serie de peticiones y oraciones que recorre todos los ámbitos
importantes de la Iglesia
y del pueblo universal. Así, realizada esta parte da inicio la 2ª parte: la ADORACIÓN DE LA SANTA
CRUZ. DONDE ES PRESENTADA CON TODA SOLEMNIDAD LA Cruz mientras se canta por
tres veces “Mirad el árbol de la
Cruz donde estuvo clavado Cristo, el Salvador del mundo” y el
pueblo responde: “Venid adorémoslo”. Y se cantan los “improperios” durante la
adoración de la Cruz. Concluye
esta celebración con la 3ª parte: LA SAGRADA COMUNIÓN.
Que se realiza como en la misa, pero cogiendo el Santísimo Sacramento del
Monumento y llevado a la mesa del Altar que previamente se habrá vestido con un
mantel, terminada la comunión del pueblo se desnudará la mesa del Altar y
quedará el sagrario vacío. El acto concluye con una oración.
El mensaje:
Es
necesario acudir a la Iglesia,
a la Asamblea
con un corazón humilde y contristo. Cristo se inmola por nosotros, abraza el
tronco de la Cruz
por amor a la humanidad. Que hermoso gesto, darse, pero darse en su totalidad,
sin que quede nada en él, se da todo, se da hasta derramar la última gota de su
sangre por amor, de su Corazón traspasado brotó sangre y agua, ya no quedaba
más sangre para dar. Sencillamente nos amó hasta el estreno, hasta el final. Ha
optado por nosotros y nos redime. Ha confiado en el hombre y muere por él.
Si
del antiguo árbol del Paraíso terrenal vino el pecado y la muerte para el hombre,
si aquel árbol nos trajo la ruina, de este tronco seco que es la Cruz ha brotado para todo el
género humano la alegría de la salvación. Él es el fruto redentor del árbol
seco, del que brota la Vida.
Por eso, te adoramos oh Cristo y te glorificamos, porque por
tu Santa Cruz, has redimido al mundo. Oh Cruz santa y divina, que no nos
avergoncemos de ella y del que en Ella colgó, pues en ella hemos triunfado
nosotros. OH CRUZ, por – ti – somos - libres.
VIGILIA PASCUAL:
La liturgia:
Ha
de comenzar esta celebración una vez se ponga el sol y quede oscurecido en la
noche del sábado santo, y da comienzo con la 1ª parte. EL LUCERNARIO O SOLEMNE COMIENZO DE LA VIGILIA. Con la bendición del fuego estando todo a oscuras, se aconseja fuera del
templo y hacer una procesión entrando con el cirio encendido, él es el
protagonista de esta primera parte, de él se encienden todas las velas que
llevan los presentes en la celebración de la Pascua, pues él representa a Cristo resucitado,
luz del mundo y de esa luz participamos todos. El cirio se “signa” con las
siguientes palabras: Cristo ayer y hoy (se traza la línea vertical de la cruz
del cirio), Principio y fin (la horizontal), Alfa y Omega (se trazan las dos
letras griegas), Suyo es el tiempo, y la eternidad. A Él la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos (se traza en cada frase un número del año en curso
2015). A continuación se colocan cinco granos hechos de cera e incienso (+) en
el principio y final de las líneas de la Cruz y en el centro diciendo en cada uno: 1- por
tus santas llagas, 2- gloriosas, 3- nos proteja, 4- y nos guarde 5- Jesucristo
nuestro Señor. Amén. Y se encienden las velas y da comienzo la procesión
anunciando en el recorrido por tres veces que Cristo es LA
LUZ DEL MUNDO.
Llegados
a la sede da comienzo el canto del Pregón Pascual, que es precioso y terminado
da comienzo la 2ª parte, la
LITURGIA DE LA PALABRA, una serie de lecturas del AT que
leemos a la luz del Cirio donde nos indica que es Cristo quien da sentido a
toda la Palabra
de Dios y que a Él refiere todo el Antiguo Testamento. Después de cada lectura
se lee un salmo que hace referencia a la lectura y se dice una oración. Terminada
la última lectura del AT con su salmo y oración se encienden las luces del
templo y se canta el “Gloria” que no se ha entonado durante todo el tiempo
cuaresmal. Se prosigue con una oración y se hacen las lecturas del NT (como en
todas las misas), terminado el evangelio la homilía y da paso a la 3ª parte: LA LITURGIA BAUTISMAL. Cantando la letanía de los
Santos, la bendición del agua, (bautismal o bendita, dependiendo si hay o no
bautismos en la celebración), Renovación de las promesas bautismales, y se
bautiza o se hace la aspersión con el agua bendita. Y da comienzo la 4ª parte, la
LITURGIA
EUCARÍSTICA. Todo como en la misa normal, concluyendo con
el ¡Aleluya! ¡Aleluya! Después del “podéis
ir en paz”.
El mensaje:
El
día más grande, la MISA
podríamos decir MADRE de todas las misas, cada misa, cada domingo es como un
eco de la grandiosidad de este día, de esta celebración de la Vigilia, en ella todo es
grandioso, leemos el Antiguo Testamento a la luz de Cristo Resucitado, Él nos
confirma en nuestra vivencia, en nuestra fe, Él nos instruye con su Palabra y
por Él recobramos vitalidad nueva para nuestra vida. Con el triunfo de su
resurrección nosotros nos sentimos ya resucitados. Podemos comprender sin
llegar a escandalizarnos por ellos las palabras pronunciadas en el Pregón
Pascual: “Oh feliz culpa que mereció tal Redentor”, sí, feliz nuestra
miseria que nos ha merecido la entrega del Redentor por nosotros, felices
nosotros, pobres, pequeños, insignificantes, que Dios del Cielo se encarna,
vive una vida de trabajo y pobreza y muere, sin culpa alguna, por los pecados
de toda la humanidad. Atrajo hacia Él nuestras miserias para arrancar las
cadenas que esclavizaban a los hombres. Se entregó por nosotros. Pero no
fracasó, su muerte dio paso a la
VIDA y ahí todos gozamos y compartimos esa VIDA, su triunfo
es nuestra victoria, su muerte nuestra vida, su resurrección es nuestra
resurrección. Con Él hemos salido victoriosos.
Que
la luz de Cristo simbolizada en el cirio pascual no se apague nunca de nuestros
corazones, que estén siempre encendidos de su amor para que seamos una lucerna
colocada en lugar alto para ser vista por todos, no encendamos esa luz en
nosotros para tenerla escondida, que se vea, que la vean los que buscan y
prefieren la oscuridad del pecado, que se den cuenta que la vida no son las
tinieblas, la vida es la luz, la luz es Cristo, la luz es la presencia de un
Dios vivo en nosotros, en nuestro corazón, en nuestra Comunidad, en la Asamblea Cristiana.
¡Cristo vive! Y vive en nosotros, con nosotros, para nosotros. Vivamos nosotros
con Él, por Él y para Él.
Resumen
de esta noche:
En
la oscuridad de la noche, ante la soledad del sepulcro, en medio del abandono
de los hombres surge LA LUZ.
Luz que es vida, es fuego, es iluminación, es certeza, es
seguridad.
En
la angustia de este día de soledad y de silencio, resuena en medio de la comunidad
cristiana LA PALABRA, Esa Palabra ya anunciada desde
antiguo, esa Palabra Encarnada, la palabra que nos sigue iluminando y nos
adoctrina, que nos da esperanza e ilusión y que llena nuestra vida, esta noche
es una noche de escucha de esta Palabra y abrirnos a ella con renovada espera,
aguardando la gran dicha, el encuentro con el Resucitado.
Recordamos
los hechos: Cristo muere en la
Cruz y es depositado en el sepulcro y cierran la entrada,
pero ante este sepulcro cerrado se da EL
GRAN ANUNCIO. Cristo ha resucitado, ha vencido a la muerte, es nuestra
esperanza, podemos alcanzar la
VIDA, vida después de la muerte.
Por
eso, por lo que el Resucitado obra en nosotros acogemos en esta gran noche que
ante el desierto y la sequedad de nuestras vidas Dios nos da EL BAUTISMO. La Vigilia Pascual es bautismal,
la renovación de las promesas del Bautismo, donde profesamos y reafirmamos
nuestra fe, junto al agua bendita que recibimos en la aspersión sean nuestro
reencuentro con nosotros mismos, con lo que somos, cristianos, con el
compromiso adquirido con nuestro bautismo, reencuentro con la Iglesia a la que pertenecemos,
reencuentro con los hermanos que la formamos. No somos cristianos aislados, individualistas,
somos Comunidad de Fe y de amor, fe porque somos creyentes, amor porque
compartimos unos con otros lo que de Dios hemos recibido.
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