DOMINGO 3º DE PASCUA. CICLO B.
La 1ª lectura:
“Y nosotros somos testigos”. Es la confirmación de la fe que con
sus palabras hacen los Apóstoles ante los israelitas que se admiran al ver que
Pedro, en nombre de Cristo, hace andar a un paralítico postrado que le pide
limosna, es la confianza en el Maestro que les ha enseñado a poner su corazón
en Dios y no en los hombres o en las cosas, es también la certeza en la Palabra encarnada, en Jesús,
el que murió colgado en un madero y que ha resucitado para la salvación del
mundo.
Nosotros, Cristianos del este
sigo XXI tenemos que pedir siempre con humildad al Señor que aumente nuestra fe,
nuestra esperanza y nuestra caridad, que seamos capaces de salir de nosotros
mismos para entregarnos a ese “plan de salvación” que tiene Jesús para todos
sus seguidores, salir de nuestro egoísmo, de nuestro entorno, de nuestras
miserias, salir de nuestro “YO” para encarnarnos en el OTRO. Tenemos que
aprender a ver el rostro des resucitado en ese otro que sufre, que está
enfermo, que está postrado en el suelo y necesita escuchar como el postrado en Jerusalén:
“…lo que tengo te doy, levántate y anda”.
La 2ª Lectura:
“Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si
alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él
es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino
también por los del mundo entero. En esto sabemos que le conocemos: en que
guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus
mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él”.
La MISERICORDIA del
Señor la descubrimos en el confesionario, si no pasamos por él no estaremos
acostumbrados a su acción constante, a su obrar en el corazón, a trasformarnos,
a ser buenos, a mejorar en la vida, a poner todo de nuestra parte para cambiar
Si no buscamos la GRACIA de Dios, si nos
conformamos a vivir en pecado, si no luchamos diariamente para mejorar
interiormente estamos dando juego al mal y nuestra vida queda al descubierto
ante la luz del que resucitó para salvarnos del pecado entonces nos alejamos de
la VERDAD de
DIOS. Solo con esta VERDAD de DIOS seremos libres, sólo en la verdad de Dios
seremos creíbles.
El Evangelio:
“Vosotros sois testigos de esto”:
Somos testigos de su Palabra y esta palabra nos da vida en Él, nos identifica
con Él, nos une a Él.
Cuando se presentaba resucitado
en medio de los suyos Él siempre les decía: “Paz a vosotros”, cuando viene a
nosotros en el sacramento de la
Eucaristía nos llena de su paz, nos da la paz, una paz
abundante que se desborda en nuestro interior, una paz que viene a nosotros
para ser compartida, para ser dada con la misma generosidad que Cristo nos su
paz, una paz que se tiene que sentir para poder vivirla y que se tiene que
trasmitir a los demás porque no es nuestra, es para todos.
No tengamos miedo, Creamos en
Dios, creamos en Jesús, otros, que nos precedieron también dudaron, y pudieron
ver sus píes y manos taladrados, pudieron ver su costado abierto por la lanza,
nosotros no lo vemos físicamente, pero creemos en los Apóstoles, testigos
directos de esto y creemos en el resucitado, dador de vida y de la Gracia. Que nos dejemos
impregnar de esta gracia divina para que nunca nos falte la ve, y para ser hoy
testigos del Resucitado. Los que testificamos su triunfo ante la muerte y su
victoriosa resurrección.
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