“EL QUE RECIBE A UNO DE ESTOS, MIS PEQUEÑOS,
ME RECIBE A MÍ”
En la primera lectura vemos como Eliseo goza
de un gran espíritu de santidad y hace milagros, se acerca a los necesitados,
hace promesas de bendición, prefigura al que ha de venir definitivamente y
curará al enfermo, sanará la lepra al leproso, dará incluso la vida y resucitará
a los muertos. Lo que nos dice a cada uno de nosotros que con la fe todo lo
podemos alcanzar, que estos “santos” no es algo del pasado, es de todos los
tiempos y de todos los lugares, que cada uno de nosotros estamos llamados a la
santidad y a hacer cosas maravillosas en el nombre del Señor, ya lo dijo él: “si
tuvierais fe como un grano de mostaza, es decir, un poquito de fe, serías
capaces de decir a una morera: arráncate de raíz y plántate en el mar, y se haría”
.
San Pablo a los Romanos y a nosotros nos habla
del cambio radical que realiza el Sacramento del Bautismo en nosotros, nos hace
nuevos, nos da la Gracia ,
nos perdona, nos regenera, al entrar al agua morimos al hombre viejo, a lo que
es de Adán, el pecado, la desobediencia, el engreimiento, el querer vivir sin
Dios, el pensar que podemos ser dioses de nuestro propio destino descartando
totalmente a Dios de nuestras vidas, el orgullo, la vanidad, la inmoralidad,
tantos pecados que nos hacen apartarnos del amor de Dios para que al salir del
agua surjamos como hombres totalmente nuevos, sin mancha alguna, sin pecado,
sin soberbia, amantes de Cristo, servidores del Evangelio, hombres y mujeres de
fe con amor para dar con suma generosidad.
En el Evangelio de San Mateo suena esa palabra
que nos llama la atención: Quien no pospone a su padre y madre, a su hijo o
hija, etc.… ese querer mas o posponer está claro en Jesús, tantas veces las resistencias
al Evangelio pueden venir de los más cercanos, de los padres, esposos, hijos…
otras resistencias vienen del ámbito social, esa presión constante de la
sociedad sobre los cristianos, que en muchas ocasiones nos hacen tropezar o simplemente
rechazar el Evangelio para no ser tildados por la sociedad de santurrones o beatos;
pobrecitos, tan sensibles para lo espiritual, llevamos el tesoro de la fe en vasijas
de barro, y son muchos los que dejan que se rompan por el camino de la vida,
sin cuidar lo que verdaderamente merece la pena.
No cabe duda que el bautizado es discípulo de
Jesús, y como discípulos tenemos que saber que para Jesús las cosas sencillas
son de gran importancia, por eso valora el dar un simple baso de agua fresca al
caminante sediento, nos dice que no es necesario buscar lo grande, lo
atrayente, lo que tiene poder, conformémonos en acertar la cruz y hacer un
seguimiento digno del Señor, seguirle es seguir sus pasos, es aceptar el
Evangelio, es hacerlo vida en nosotros, es ser “SAL” de la tierra, es decir,
luchar contra la opresión, lo corrupto, la podredumbre de la sociedad y el
mundo, nos llama a ser “LUZ DEL MUNDO”, es decir, a obrar en consecuencia con
nuestra fe, a que nuestras buenas obras iluminen, hablen por nosotros más que
nuestras propias palabras, testifiquen que somos del Señor y que lo vivimos con
fe, esperanza y caridad, de manera sencilla, como sencillo vivió Él cuando
caminaba predicando el Reino de Dios.
Queridos hermanos y hermanas, que la paz del
Señor esté en vuestros corazones y tengáis un feliz día del Señor. Feliz domingo.
Impresionante es el cariño de este centurion por su criado; no era lo habitual. Por eso, su gesto, debió de conmover a Jesús, no le pide nada; él conoce a Jesús y está seguro de sus capacidades sanativas; le ha presentado una necesidad y se queda tranquilo esperando, seguro del buen resultado.La oración confiada siempre es eficaz.Puede provocarnos risa como a Sara, quizá no es lo que habíamos pedido; pero Dios tiene una respuesta. Lo mismo ocurrió con Abrahán y Sara...Dios sabe mejor que nosotros lo que necesitamos. Señor, aumenta nuestra fe y nuestra esperanza y no nos dejes nunca.Feliz día del Señor. MªJosé Bermúdez.
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