miércoles, 19 de julio de 2017

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO DEL CICLO A

El trigo será acumulado en el granero mientras que la cizaña será arrojada al fuego que no se apaga.
Pero, mientras tanto, el Señor sabe aguardar, el es EL PACIENTE, EL COMPASIVO Y EL MISERICORDIOSO.


En este domingo la Palabra proclamada nos sigue hablando del tema del sembrador, en este caso, en el Evangelio vemos como trigo y cizaña crecerán juntos hasta el final.

En la 1ª lectura del libro de la Sabiduría se nos muestra a un Dios que es justo, compasivo y misericordioso, que sabe –como en el caso de la cizaña del Evangelio- aguardar hasta el final esperando un cambio en los corazones de los que han extraviado su camino, para que retornen a él.
El Señor, nos dice la Palabra: “Tu, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres”. Elige el camino del perdón y rechaza el camino de la medida para así dar a cada hombre y mujer una nueva oportunidad. Tenemos que tener un corazón agradecido a Dios por ser bueno con nosotros, por que es un Dios que AMA con un amor de Padre Creador que se da al hombre en Jesucristo nuestro Señor.

“Tu Señor eres bueno y clemente” es la frase que repetiremos en el salmo responsorial. Tristemente cada día son menos aquellos que reconocen al Señor como soberano de sus vidas, son menos quienes invocan que atienda la voz de nuestras súplicas. Pero también nos habla de lo que será, “Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor, bendecirán tu nombre y es que al nombre del Señor, quieran o no quieran, al final toda rodilla tendrá que doblarse y acatar su juicio, por eso mejor no nos olvidemos nunca de Él para que así estemos confiados en ser acogidos por su infinita misericordia y no nos sorprenda estar entre sus enemigos o entre los que le rechazan y no obedecen su divina voluntad.

En la Carta de San Pablo a los Romanos, San Pablo, aunque sea como este domingo en cinco líneas, viene a darnos la clave para aplicar lo que se nos dice en la primera lectura y en el salmo. “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad”, Él no nos deja solos, no nos abandona, Él intercede constantemente por cada uno de nosotros con gemidos inefables, así, ¿Quién puede perderse?, se pierde, se malogra, se condena solamente el que rechaza la acción constante del Espíritu Santo que nos vivifica, nos santifica, nos transforma, nos convierte, nos lleva a los brazos de nuestro Padre Dios.

En el Evangelio del trigo y la cizaña vemos como está en la misma línea de la primera lectura que escuchamos de la Sabiduría. Jesús con esta manera peculiar de hablar en parábolas sorprende a quienes escuchan que esperan un mensaje directo, pero la realidad es que las parábolas hacen pensar, te obligan a esforzarte en poner atención, a ver que es lo que te quiere decir concretamente, a buscar la “moraleja” de la historieta, te conduce directamente a lo que el Señor quiere que tu, por ti mismo deduzcas y así lo apliques a tu propia vida.

Esta de hoy no deja de sorprendernos, deducimos que el trigo representa a los buenos, los que están con Dios y la cizaña los malos, los que están influenciados por el demonio, pero Jesús en este Evangelio no hace distinción entre buenos y malos, todos crecen juntos, Él no se precipita, no “arranca” no aparta, deja que pase el tiempo, aguarda hasta el final.

Muchas veces nos preguntamos sobre los malos, sobre la suerte favorable que muchas personas que conocemos, políticos ciertamente corruptos, banqueros que han robado grandes cantidades, hasta el sencillo campesino que defrauda y engaña a Hacienda y vive mucho mejor que el honesto y trabajador que da cuenta de todo y encima se ve explotado y desamparado por quienes tendrían que velar por él y sus intereses. Nos decimos hasta cuando, por que no cae sobre ellos, ya que aquí viven como príncipes, un rayo del cielo y los hace desaparecer, pero no, el Señor no se precipita, quizás esperando que cambien de conducta y se arrepientan para que así se salven, pues es parte del ser de Dios, de su compasión, de su piedad, de su misericordia.

En último termino a nadie nos conviene un Dios juzgador y estricto que sea implacable, pues el que más o el que menos, todos somos pecadores, cada uno tenemos lo nuestro y todos, pero TODOS, tenemos que acogernos a la bondadosa misericordia de nuestro Dios confiados, eso sí, en que Cristo ha muerto en una cruz por nuestros pecados, los nuestros, los cotidianos, los que han provocado nuestras malas acciones, pero también aquellos pecados que tantas veces ni queremos ver que son la consecuencia no de hechos malos o malvados y sí mas bien la carencia de tantas cosas buenas que podíamos haber hecho y las hemos dejado pasar de largo, los pecados llamados de omisión que pueden ser muchos y muy graves.

Alegres por la esperanza que nos trasmite el Señor a través de su siempre cercana Palabra, confiando plenamente en él, os deseo que tengáis un feliz Domingo, día del Señor y que su PAZ esté siempre en vuestros corazones.



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