Es
preciso para ser coherentes con nuestra fe lograr la unidad de todos los
cristianos. Pero la realidad es que esta unidad plena está muy lejos de
alcanzarse por el mero hecho de que nuestra fe católica está también
desquebrajada. Necesitamos estar unidos dentro de la variedad de ritos,
costumbres, naciones y carismas de cada persona.
No
necesitamos que nuestro pensamiento sea igual, eso sería la pobreza absoluta,
en la variedad está la riqueza. Esa variedad estaba plasmada en el Concilio
Vaticano II, en aquellos Padres Conciliares, pero a pesar de ella, o
afortunadamente gracias a ella surgió un Concilio plasmado de aciertos y
esperanzas para la Iglesia
que urgía renovarse.
Esta
foto del actual Papa en su tiempo joven con el P. Congar, teólogo dominico nos hablan de esa
necesidad de dialogo y de unidad entre nosotros, para luego poder aspirar al
dialogo y a la unidad de todas las iglesias cristianas.
Como
hacía la Madre Teresa
de Calcuta no olvidemos el valor de nuestra oración, si, a veces pensamos que
demasiado pequeña e insignificante, pero que gota a gota forma el inmenso océano
de la fe del cristianismo.
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