Dice el refrán:
Pan es pan
piña es piña
amor que se quiere
nunca se olvida.
Nunca
se olvida el amor, y más si ese amor es el amor dado, regalado, donado de una
madre a sus hijos, por eso los hijos nunca han de olvidar, mermar o perder el
amor a sus madres, y este amor para que sea AMOR AGRADECIDO ha de estar limpio
de impurezas, de egoísmos, de caprichos; ha de ser amor verdadero, pues si no
fuera así vano sería nuestro amor, y más que vano pudiera llegar a ser un amor
miserable.
Si
del amor de Dios, el Sumo Amor, quisiéramos hablar, para hacerlo más entendible
tendríamos que acudir al amor de una MADRE a sus hijos, que es el amor, aunque
a una distancia infinita, el más parecido, el de mejor referencia.
Por
eso madre mía, en este tu día ¡Muchas felicidades!
Y
a todas las MADRES en su día, las madres que han traído a sus hijos a este
mundo, aquellas madres que sin tener hijos propios han hecho con su gran amor
propios a sus hijos, las otras madres, que sacrificando el gran don de la
fecundidad se han consagrado a Cristo para hacer fecundo en amor a Dios en el
amor del prójimo, haciendo hijos suyos a toda la Cristiandad, a todo el
mundo, por quien viven, oran, se sacrifican, aman…
¡¡¡FELICIDADES
MADRES!!!
Una rosa para las MADRES |
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