Algunos
andan preocupados en la vida pensando que es lo que Dios quiere de ellos; pero
Dios no quiere algo de ti. Dios, simplemente te quiere a ti, y te quiere tal
como eres, con tus virtudes y con tus defectos, ¡hay los defectos!, pues sí,
por más que luchamos en el día a día ahí están con nosotros. Claro que tenemos
que salir de ellos, claro que tenemos que convertirnos cada día, pero no
estemos todo el día viendo lo poquito o mucho negativo del hombre o de uno
mismo y fijémonos más en lo bueno, lo positivo, lo que es puro, regalo de Dios
y que está en nosotros, en cada uno de nosotros, en el corazón de todo ser
humano.
Este
tiempo de Adviento es bueno para dejar atrás esas oscuridades de nuestro ser y
caminar a la luz que nos viene de lo alto, que viene hacia nosotros, para
iluminarnos, para que seamos antorchas, para que irradiemos la claridad divina
en las oscuras mazmorras de la miseria humana donde el pecado actúa y donde la
gracia, la tuya y la mía que nos da Él -no para nosotros- sino para ellos:
"VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO"
Esta
Gracia, esta luz nuestra está destinada por Cristo para los que están en las tinieblas, para que
puedan ver la claridad de la
GRACIA DE DIOS REGALADA, DONADA A NUESTRO MUNDO, A LOS
HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD. Como nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán
oremos siempre por los pobres pecadores, pero que no nos quedemos en simplemente
orar por ellos, ellos esperan algo más que una oración, esperan nuestra acción.
Fr.
Francisco García, O.P.
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