“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante”
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2,14a.36-41:
: «Convertíos y bautizaos todos
en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el
don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros
hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén
lejos.»
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2,20-25:
Cargado con nuestros pecados
subió al leño, para que, muerto al pecado, vivamos para la justicia. Sus
heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis
vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Lectura del santo evangelio según san Juan 10,1-10:
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os
aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que
salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta
es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su
voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha
sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque
conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no
conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.
Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.
Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»
Este tiempo
Pascual nos remite siempre al Bautismo, tenemos que retornar al inicio, a la
fuente, a la Mesa
de la Palabra,
donde recibimos el alimento, al Señor que nos da la Vida, no esta, que es
pasajera aunque importante, pues dependiendo como vivamos esta vida nuestra
seremos merecedores de la VIDA ETERNA.
Nos fiamos
del Señor, de sus promesas porque tenemos FE, por eso nos es de suma
importancia mantener la fe, permanecer en la fe, avivar continuamente nuestra
fe: “Señor, creo, pero aumenta mi fe”. Pero no perdamos el Norte en nuestra
vida, la fe no es un “tesoro” que yo encuentro y para que no me lo roben hago
un agujero en la tierra y lo escondo; la fe es un Don de Dios que nos da
gratuitamente para que nosotros compartamos en familia, en comunidad, la
alegría de la vida es la manifestación de nuestra fe.
Precio de
este Don maravilloso de Dios es la
Cruz del Señor, que abrazó por causa de nuestros pecados y
miserias. Hemos sido comprados a precio de sangre, la sangre de Cristo, así
acabó nuestra sumisión al pecado y fue deshecha la artimaña del enemigo que nos
mantenía en la esclavitud, aunque esas secuelas del pecado permanezcan
encendidas en tantos corazones tenemos que velar y orar para no sucumbir a las
tentaciones, pues aunque las tentaciones nos fortalecen si triunfamos, si sucumbimos
caemos de nuevo en las redes del maligno. Pero ojo, tenemos a Él que aboga por
nosotros y pone a nuestra disposición los Sacramentos de la Iglesia para que
corrijamos el rumbo y acertemos el camino.
Este camino,
según el Evangelio, nos ha de llevar directo al aprisco de las ovejas que cuida
y apacienta el Buen Pastor y ser conscientes que El es la entrada a este
aprisco, no busquemos entradas más lujosas, más cómodas, más atrayentes… la
única es Jesús el Señor, pero si optamos por Jesús tenemos que hacerlo a su
estilo, no al nuestro.
El estilo
del hombre y la mujer del siglo XXI es evadir el dolor, vivir una sociedad de
aspirina, pero el cristiano ha de aprender a lidiar con el dolor, con el
sufrimiento, con las cruces de la vida, no de manera masoquista, la
CRUZ ES REDENTORA, nuestras cruces, unidas
a la de Jesús redimen, fortalecen, dan vida.
El Aprisco
que es la Iglesia,
la Comunidad Cristiana
ha de estar siempre vigilante de no contaminarse del mal del mundo y caminar
con fe y amor para que el nombre de Jesús siga prendido en el corazón de los
fieles. Hay mucho pecado en nuestro mundo, el Evangelio nos habla de los
ladrones que quieren saltar la verja del aprisco, en nuestros días son muchos
los que hacen destrozos en la propiedad ajena, los avariciosos que no se
conforman con lo mucho que tienen y siguen acumulando más y más, desnudando al
pobre y avasallando sus casas, son situaciones donde parece que hasta la
justicia se ha puesto al lado del ladrón y el inocente queda a su suerte, pero
algún día el Buen Pastor hará justicia y estos abusadores pagarán con creces
todo el mal que hacen y los pobres recibirán su recompensa.
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