En la lectura del Oficio de esta mañana, San
Vicente nos explicaba que Jesús, una vez que resucitó se apareció usando tres
formas, una como un peregrino, otra como un jardinero y otra como un
comerciante.
Este Domingo pasado le contemplábamos en el
Evangelio como peregrino, caminante, con los jóvenes de Emaús.
Non dice en Santo que PEREGRINO fue Jesús en su
vida, no tenía casa propia, ya lo decía Él mismo: “El Hijo del Hombre no tiene
donde reclinar la cabeza”.
Jardinero el mejor, supo plantar el amor y la
esperanza en los corazones de los hombres y a la vez supo arrancar del “campo”
de nuestra alma las malas hierbas que nos matan el alma.
Y comerciante el mejor: A precio de su preciosísima
sangre compró para Dios hombres de todo pueblo, raza y nación.
Que San Vicente, que nos anima a vivir nuestra experiencia
de Pascua nos ayude a no perder el tiempo y estar siempre en lo que tenemos que
estar, al lado de Jesús para alcanzar la salvación eterna.
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