miércoles, 27 de marzo de 2013

TRIDUO PASCUAL





JUEVES SANTO: Día del Amor Fraterno.

Un amor sin límites, universal.
Cada uno de nosotros puede repetir:
Me amo, me lavo los pies, me senté a su mesa,
junto a él.

Celebración de la Cena del Señor:
Es una gran fiesta, un grato recuerdo, un día estupendo para recordar siempre con un profundo agradecimiento el gesto que Jesús realizó con sus discípulos, los amigos que permanecían a su lado, los que cenaron con él la Pascua. Pues  durante la cena última que compartió con ellos se ciñó una toalla a la cintura, cogió una palangana con agua y les lavó los pies uno a uno. Al terminar les comentó que lo que había hecho con ellos, debían hacerlo unos con otros, siendo siempre serviciales y cercanos a los necesitados.
Es el gesto que quiere hacer visible en nuestra Iglesia el Papa Francisco, dando un giro a la servicialidad, a la entrega generosa, a la hermandad, a la igualdad entre personas. Que disparate, algunos critican que el papa se siente en una silla normal como un hombre, ¿es que no se dan cuenta que cualquier hombre es imagen de Dios?, no hace falta ser Papa para endiosarse pues Dios ya está en cada uno de los corazones que son capaces de amar, de perdonar, de luchar por los demás, de lavar los píes a los enfermos, a los afligidos a los que sufren… El título de un Papa no es otro que Siervo de los Siervos de Dios, eso basta, y la vida ha de manifestar con obras ese título.
Con la Misa Vespertina de este Jueves Santo culmina la Cuaresma y da prácticamente inicio los días Santos del Triduo Pascual, que son el Viernes, Sábado y Domingo, por tal motivo la Misa del Jueves Santo ha de ser -aunque conmemoremos la institución de la Eucaristía y el Orden Sagrado- sóbria, y ver en ella el reflejo de la que será la suma solemnidad, la Misa de la Vigilia, que es un poco así como la “madre” de todas las Misas.





VIERNES SANTO:
Fue crucificado, y Él quedo con los brazos abiertos.
Fue rematado por una lanza, y su corazón se convirtió en
hoguera y hogar ... Y la Palabra fue crucificada,
pero no callada.
En esta tarde escuchamos el relato de la pasión y muerte de Jesús según San Juan. Y en ese relato hay un detalle muy significativo.
La muerte de Jesús fue una consecuencia de su compromiso histórico para que todos tengan vida. Un compromiso de Él para con el Padre y para con la Humanidad. POR PURO AMOR, PURA ENTREGA, PURA GENEROSIDAD.
Jesús es la realización de la nueva humanidad, y la referencia para nuestra propia realización. sIN éL NO TIENE NINGÚN SENTIDO NUESTRA VIDA. Él es el hombre verdadero y el   guía de nuestros pasos por el mundo, de nuestra existencia.
En esta liturgia también oramos -la Oración Universal- como comunidad Cristiana y creyente por todo el mundo, por los dirigentes religiosos y políticos, por todas las necesidades.
Y adoramos la cruz, el madero santo que nos ha traído la salvación. Que ha arrancado el pecado del mundo y nos ha dado la salvación a todos los hombres y mujeres que sean capaces de acercarse a él con un corazón humilde y sincero implorando su perdón y su misericordia. El murió por nosotros, por nuestros pecados. Él nos ha redimido. Si del tronco verde del Paraíso brotó la fruta que nos trajo la ruina, del tronco seco del Calvario ha brotado la salvación del género humano.
Por último recibimos el Cuerpo de Cristo, sostén de nuestra vida, fuerza de nuestro espíritu, nos alimenta, nos fortalece, nos une, nos hace familia, comunidad, asamblea santa y pueblo sacerdotal.



SABADO SANTO:
Cristo nos resucita de la tristeza, del vacío,
del sinsentido ...pero sobre todo del desamor.
Vivir consiste en amar. Y el amor no muere,
engendra inmortalidad.

" ¡Aleluya!, ¡Aleluya!, ¡Aleluya!. Cristo, ha resucitado  ¡Aleluya!, ¡Aleluya!, ¡Aleluya!.

Esta es la fiesta más grande del año cristiano: la liturgia madre de todas las liturgias. En ella hallamos una enorme riqueza, tanto en los símbolos como en las lecturas de la Palabra de Dios -toda la historia del pueblo judío desde la creación del mundo-, que leemos desde la Luz de Cristo, -por tal motivo apagamos las luces del templo y dejamos encendido solamente el Cirio Pascual, que represente a Cristo Resucitado- para así comprender todo el Antiguo Testamento, lo relacionado a Jesús, releerlo según Cristo.
 Hoy los ritos y las palabras que los acompañan son sumamente importantes, de gran valor litúrgico, se han de convertir en una especie de representación visual, en una dramatización del misterio de la Resurrección del Señor.
Son de gran importancia para nosotros en la liturgia de esta noche los símbolos de la luz y el agua, que hallamos también en buena parte de la variedad de lecturas de la Escritura que hoy pueden ser proclamadas (la luz versus oscuridad en: Gn 1, Ex 14, Ba 3 y Lc 24; el agua de la vida y la liberación: Gn, 1, Ex 14, Is 55, Ez 36 y Rm 6).
Esta Vigilia Pascual está compuesta de cuatro grandes partes: a) la liturgia de la luz; b) la liturgia de la Palabra; c) la liturgia bautismal y d) la liturgia eucarística. Es la fiesta de las fiestas y la tenemos que vivir con amor y devoción, pues ha de marcar nuestra vida de cristianos, para ello nos hemos preparado con ayuno, penitencia y conversión durante el tiempo de la Cuaresma y en la Semana Santa. El cierre de todos estos días es la celebración de la Pascua, nuestro paso de la muerte a la Vida en Cristo el Señor. Con Él también nosotros resucitamos, con Él estamos salvados.




DOMINGO DE RESURRECCION:

También las lecturas de este Domingo de Pascua nos acercan al misterio de la noche anterior, la Pascua del Señor, están en ese mismo contesto.
La Pascua de Jesús ha llegado hasta nosotros, nos ha cambiado, nos ha lavado, estamos limpios, rejuvenecidos, purificados. Celebrarla y vivirla en este domingo es descubrir su actualidad en el hoy, en el hombre de hoy, sumergido en este siglo XXI, con nuestros problemas, nuestras situaciones conflictivas, nuestras crisis económicas, pero también con muchas virtudes, nuestra generosidad, esa capacidad humana de llegar al otro.
Nos quedamos casi siempre con lo malo, lo negativo, pero hay mucha gente realmente “resucitada” que da vida y da su vida por los demás, con amor y generosidad. La gente que celebra la Pascua del Señor, pero que a la ves se siente que somos protagonistas de nuestra historia, de nuestro tiempo. 
Nuestra historia tiene un vínculo de unión con aquella Pascua. Nuestra Pascua es la misma en la distancia del tiempo. Estamos en Cristo y con él.

"¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCION:
LA DE CRISTO, Y LA TUYA, HERMANO!!".

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