En
el Evangelio de este día solemne leemos: “Venid a mí todos los que estáis
cansados y agobiados que yo os aliviaré. Mi yugo es llevadero y mi carga
ligera. Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”.
El
que confía en él no se sentirá ni solo ni abandonado.
En
un lugar un hombre estaba postrado en la cama por enfermedad. Un día recibe la
visita de un amigo que era piadoso creyente y el enfermo le hizo una pregunta
de un tema que le preocupaba. Le dijo: mírame a mí, nunca he rezado, siempre he
vivido alejado de Dios y ahora que me veo enfermo y postrado en la cama
quisiera estar a bien con Dios, pero no sé como hacer, no se rezar, no conozco
oraciones… El amigo le animó: Para orar no necesitas saber oraciones, es
sencillo, haz lo siguiente, coloca una silla a la cabecera de tu cama, como has
mandado hacer a tu hija hoy para recibirme a mí, imagina que Jesús está sentado
en la silla y habla con él, y cierra los ojos de vez en cuando, escucha, que
seguro algo te dice.
El
hombre mandó a la hija poner la silla a su cabecera y dejarla ahí siempre, tenía
todos los días largas charlas con Jesús, cada día estaba más animoso y cosa
curiosa, al contrario que antes estaba más feliz cuando estaba solo en la casa
y su hija estaba trabajando o haciendo los recados.
Un
día la hija visitó al párroco preocupada por la salud de su padre y la nueva
manía de hablar con una silla, él párroco le visitó, y el enfermo le contó lo
que le había dicho su amigo y como orar, el párroco salió de la visita
fascinado y emocionado por la fe y confianza en Jesús del enfermo.
A
los pocos días la hija se presenta de nuevo llorando al párroco, había encontrado
a su padre muerto, pero de manera muy rara, estaba abrazado a una silla, a la
silla. El cura comprendió inmediatamente que antes de morir Jesús estaba sentado
realmente en la silla y que para morir le llamó a sus brazos, el enfermo murió
en los brazos y apoyada su cabeza sobre el costado de Jesús, su amigo. El
sacerdote llorando por la emoción le dice a la hija: No te aflijas por como has
encontrado a tu padre muerto, ya quisiera yo para mí una muerte así.
El
Sagrado Corazón de Jesús está para que nosotros lleguemos a Él, a su gran amor,
que poyemos nuestra cabeza, en las tribulaciones, en las penas, en las alegrías
en su divino corazón y que esperemos de él todas las gracias.
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