Hemos terminado el mes de Mayo,
tradicionalmente dedicado a la Santísima
Virgen María. El mes de Junio siempre ha sido dedicado al
Sagrado Corazón de Jesús. ¿Qué implica esta popular devoción al Sagrado Corazón
de Jesús?, en primer lugar un gran amor al Señor, a Jesús. Yo siempre desde
niño he estado “marcado” por estas dos devociones, la de María y la del Señor,
en casa no había mucho espacio para cuadros, pero en el dormitorio de mis
padres sí que estaban dos grandes cuadros uno del Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús. De niño tanto en Mayo como en Junio poníamos
flores al altarcito que hacíamos con los cuadros para destacar nuestro amor al
Señor y a su santa Madre.
En segundo lugar esta devoción al
Sagrado Corazón de Jesús va más allá de un altar o de una imagen, es la
confianza que yo como cristiano tengo depositado en su corazón, es el
agradecimiento a su amor, un amor que se da, se deja traspasar por mí, un amor
que por más amor que podamos tener al Señor no podremos nunca igualar, él se da
totalmente, nosotros sí nos damos, pero dejamos en nuestro corazón muchos
anclajes que son nuestros y que nos cuesta desprendernos de ellos, dejamos en
nosotros mucho de lo estrictamente “mío” que nunca pasa a ser “nuestro”, no
tenemos esa generosidad heroica como es la suya.
Para visualizar ese auténtico
CORAZÖN de Jesús antes tenemos que saber visualizar el corazón del hombre, ese
corazón del prójimo, el corazón del hermano, el corazón del amigo e incluso
aprender a visualizar, para amar perdonando, ese corazón del enemigo ¿o no es eso lo que hizo
Jesús y nos ha enseñado hacer?.
Quisiera en este mes animar a mis
lectores a aumentar la confianza en el Señor, una confianza que prospera cada
vez que somos capaces de reposar nuestro corazón en el corazón de Cristo, solamente
ahí seremos nosotros auténticos, pues en el CORAZÓN DE JESÚS tenemos que poner
nuestra vida, para que sea una vida auténtica, nuestros anhelos y
preocupaciones, nuestros dolores, esos sufrimientos que a muchos nos llegan con
la edad, en los tiempos jóvenes no hay padecimientos generalmente, por eso
tenemos que tener al corazón acostumbrado a confiar, amar, esperar en quien
todo lo puede y agradecer a quien todo lo da. Él se da.
Así, este mes y siempre, podremos
dirigir al Señor esa jaculatoria que es válida para todos y para todo tiempo y
lugar: “Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío”.
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